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martes, 2 de abril de 2013

DESDE MI CALLE

NUESTROS ALEJANDROS MAGNOS

 A estas alturas todos estamos convencidos de que el rescate de Chipre no ha sido lo que se dice ejemplar. Más bien parece un conjunto de improvisaciones y rectificaciones, no menos improvisadas,que dibujan un cuadro final bastante chapucero y, además, inacabado. Ante la crisis chipriota los argumentos se distribuyen en un amplio abanico. Unos se preguntan las razones que nos obligan precisamente a nosotros a ayudar a un país que él solito se metió en una burbuja financiera. Otros aducen que más vale ayudar a los chipriotas antes de que sus problemas se contagien a otros países, incluido el nuestro. Otros penamos que siempre es mejor ser solidarios. En todo caso, a la dificultad de ponernos de acuerdo en qué debemos hacer, hay que añadir la dificultad de ponernos de acuerdo en cómo hacerlo. Sin embargo todo esto no es más que una parte del problema, concretamente la del principio, porque no tenemos una idea siquiera aproximada de cúales serán las consecuencias de nuestras decisiones actuales.
Normalmente ante un panorama así, una reaccion bastante común es dar un golpe en la mesa y gritar: "Todos fuera". Ahí, justo ahí, se produce el climax en las conversaciones con los familiares y amigos. "Todos fuera, eso, !que se vayan todos de una vez!" Aprovesando el silencio que se crea en ese momento, el orador coge el café, la caña o el vino y bebe un sorbo.

Cuentan que Alejandro Magno se vió ante el famoso nudo gordiano, que según las profecías abría las puertas de Asia a quien fuera capaz de desatarlo, en lugar de perder el tiempo con el nudo, lo cortó de un tajo con su espada. Lo que ocurre es que nuestros héroes de tertulia, después de haber descalificado a "todos" de un tajo, en lugar de conquistar Asia, derivan la conversación hacia el fútbol o la moral. y es que los nudos gordianos son muy retorcidos, sobre todo los de carácter económico. Así que para no defraudar a la parroquia, nuestros Alejandros cortan otras cosas más asequibles a su espada analítica. Con su indignación disimulan su trampa. Y mientras nuestros héroes se beben satisfechos un sorbo de café, vino o cerveza, recreándose en su contundencia moral, es posible que Asia nos termine de conquistar y terminemos teniendo los mismos derechos que un chino.

Intentando emular a Alejandro Magno, lo hago DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.