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sábado, 16 de enero de 2016

DESDE MI CALLE






¿TRANSFUGUISMO POLITICO?

Estos ultimos días se está hablando mucho de la cesión del PSOE de dos senadores a ERC y otros dos senadores a  CiL, ambas formaciones independistas, para que formen grupo parlamentario propio en la Cámara Alta.

Ésta decisión ha provocado un gran revuelo en el espectro político, incluso en el mismo PSOE. Los comentarios y manifestaciones pública de diversos políticos, unos a favor y otros, los más, en contra, se han sucedido en los medios de comunicación y en las redes sociales. A la susodicha decisión se la ha tildado de "fraude, transfuguismo, nuevo tamayo, etc."

Sin embargo, no es nuevo éste "cambio de bancada". Se vió en la Comunidad de Madrid en el 2003 cuando los diputados autonómicos Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, militantes del PSOE impidieron el acceso al poder de Rafael Simancas y provocaron la disolución anticipada de la Asamblea de Madrid (lo que se llamó como el "tamayazo), y propició el paso a la PoPular Esperanza Aguirre. No és éste el único caso, aunque sí el que más resonancia tuvo, de transfuguimos político, pues se ha dado en varias Comunidad Autonómicas.

Es por eso, que me parece una gran hipocresia que se le de tanta relevancia, aunque tenerla sí la tiene, a este cambio de bancada de los senadores del PSOE aludidos.

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.

PASTORAL: SANTO DEL DIA


  San Antonio

Abad


Conocemos la vida del abad Antonio, cuyo nombre significa "floreciente"  y al que la tradición llama el Grande, principalmente a través de la biografía redactada por su discípulo y admirador, san Atanasio, a fines del siglo IV.

En su juventud, Antonio, que era egipcio e hijo de acaudalados campesinos, se sintió conmovido por las palabras de Jesús, que le llegaron en el marco de una celebración eucarística: "Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres...".

Así lo hizo el rico heredero, reservando sólo parte para una hermana, a la que entregó, parece, al cuidado de unas vírgenes consagradas.

Llevó inicialmente vida apartada en su propia aldea, pero pronto se marchó al desierto, adiestrándose en las prácticas eremíticas  junto a un cierto Pablo, anciano experto en la vida solitaria.

En su busca de soledad y persiguiendo el desarrollo de su  experiencia, llegó a fijar su residencia entre unas antiguas tumbas. ¿Por qué esta elección?. Era un gesto profético, liberador. Los hombres de su tiempo -como los de nuestros días - temían desmesuradamente a los cementerios, que creían poblados de demonios. La presencia de Antonio entre los abandonados sepulcros era un claro mentís a tales supersticiones y proclamaba, a su manera, el triunfo de la resurrección. Todo -aún los lugares que más espantan a la naturaleza humana - es de Dios, que en Cristo lo ha redimido todo; la fe descubre siempre nuevas fronteras donde extender la salvación.

Pronto la fama de su ascetismo se propagó y se le unieron muchos fervorosos imitadores, a los que organizó en comunidades de oración y trabajo. Dejando sin embargo esta exitosa obra, se retiró  a una soledad más estricta en pos de una caravana de beduinos que se internaba en el desierto.

No sin nuevos esfuerzos y desprendimientos personales, alcanzó la cumbre de sus dones carismáticos, logrando conciliar el ideal de la vida solitaria con la dirección de un monasterio cercano, e incluso viajando a Alejandría para terciar en las interminables controversias arriano-católicas que signaron su siglo.

Sobre todo, Antonio, fue padre de monjes, demostrando en sí mismo la fecundidad del Espíritu. Una multisecular colección de anécdotas, conocidas como "apotegmas" o breves ocurrencias que nos ha legado la tradición, lo revela poseedor de una espiritualidad incisiva, casi intuitiva, pero siempre genial, desnuda como el desierto que es su marco y sobre todo implacablemente fiel a la sustancia de la revelación evangélica. Se conservan algunas de sus cartas, cuyas ideas principales confirman las que Atanasio le atribuye en su "Vida".

Antonio murió muy anciano, hace el año 356, en las laderas del monte Colzim, próximo al mar Rojo; al ignorarse la fecha de su nacimiento, se le ha adjudicado una improbable longevidad, aunque ciertamente alcanzó una edad muy avanzada.

La figura del abad delineó casi definitivamente el ideal monástico que perseguirían muchos fieles de los primeros siglos.

No siendo hombre de estudios, no obstante, demostró con su vida lo esencial de la vida monástica, que intenta ser precisamente una esencialización de la práctica cristiana: una vida bautismal despojada de cualquier aditamento.




MUSICA [Arthaus 100402] OFFENBACH: Orphee aux enfers