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sábado, 16 de agosto de 2014
F A B U L A S
LA GRATITUD DE LA FIERA
Un pobre esclavo de la antigua Roma, en un descuido de su amo, escapó al bosque.
Se llamaba Androcles.
Buscando refugio seguro, encontró una
cueva. A la débil luz que llegaba desde el
exterior, el muchacho descubrió un soberbio
león. Se lamía la pata derecha y rugía de vez
en cuando.
Androcles, sin sentir temor, se dijo:
- Este pobre animal debe de estar herido.
Parece como si el destino me hubiera
guiado hasta aquí para que pueda ayudarle
- Vamos, amigo, no temas, vamos ...
Así, hablándole con suavidad, Androcles
venció el recelo de la fiera y tanteó su herida
hasta encontrar una flecha profundamente
clavada. Se la extrajo y luego lavó la herida
con agua fresca.
Durante varios días, el león y el hombre
compartieron la cueva. Hasta que Androcles
creyendo que ya no le buscarían se decidió a
salir.
Varios centuriones romanos armados con sus
lanzas cayeron sobre él y le llevaron al circo
Pasados unos días, fué sacado de su pesti -
lente mazmorra. El recinto estaba lleno de
gentes ansiosas de contemplar la lucha.
Androcles se aprestó a luchar con el león
que se dirigía hacia él. De pronto, con un
espantoso rugido, la fiera se detuvo en seco
y comenzó a restregar cariñosamente su
cabezota contra el cuerpo del esclavo.
-!Sublime! !Es sublime! !César perdona al
esclavo, pues ha sojuzgado a la fiera!,
- gritaron los espectadores.
El emperador ordenó que el esclavo fuera
puesto en libertad. Lo que todos ignoraron
fué que Androcles no poseía ningún poder
especial y que lo ocurrido no era sino la
demostración de
LA GRATITUD DEL ANIMAL.
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