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martes, 16 de septiembre de 2014

DESDE MI CALLE



¿DE QUIEN ES LA CULPA?

Cuando las cosas van mal a nadie le gusta reconocer que la culpa es suya. Más bien se intenta echársela al contrario, o  a alguno que acierte a pasar por allí; y si nada de eso resulta posible se hace responsable al empedrado. Eso solemos hacer, o lo intentamos, o al menos lo pensamos. Pero como la verdad suele ser muy tozuda, al final asoma la cabeza y sale a relucir en cualquier momento dejándonos con el culo al aire y cara de gilipollas. Menos mal que con el paso de los años vamos aprendiendo que eso de cargarle el muerto al de al lado no es cosa que pueda perdurar en el tiempo, ni que nos favorezca demasiado, sobre todo en el momento en que la gente descubre que hemos sido nosotros, y no otros, los que han metido la pata.

Pero claro, eso es así cuando se trata de un ser humano de los del montón, de los de carne y hueso, porque en el caso de que esté involucrada la política, la cosa es de otra manera. En ese caso, es suficiente que la ocultación o tergiversación de la verdad se mantenga el mismo período de tiempo en que dura el período para el que los responsables de ésa política hayan sido elegidos. Y eso es fácil de conseguir, basta con que agiten el ventidador para que esa verdad se manipule en uno o en otro sentido, filtrando datos y noticias manipuladas a través de correividiles y testaferros.

Lo que si parecen tener claro, los unos, los otros, y los de más allá, es en ocultar las cosas, en respetar las prebendas de los suyos, en no dejar que la verdad transcienda. Aún en los casos en que sucedan hechos impactantes, la culpa nunca la tiene nadie, sólo el empedrado, ése firme que tenían las calles en la postguerra, y que mal que pese, desapareció hace ya mucho tiempo.

No dejemos que la verdad se quede en el empedrado, y pongamos los medios para hacerla que aflore, pese a quien pese.

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.