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domingo, 3 de abril de 2016

DESDE MI CALLE



REFLEXIONES SOBRE LA VIDA


No podemos dejar pasar la oportunidad de vivir y sentir la vida. La primavera recién estrenada hace estallar por doquier la vida. Las vidas tronchadas inesperadamente por ideologías irracionales, o por cualquier enfermedad o accidente... nos hacen caer en la cuenta de que la vida no es nuestra, que se nos escapa, que no sabemos cuánto tiempo dispondremos de ella.

Hay que hacer vibrar a todos nuestros sentidos (¿quién dijo que son sólo cinco?), activarlos, sacarlos de su letargo, para que sientan y nos hagan llegar toda la grandeza de lo que son capaces de percibir.

El amor y la vida entrar por los sentidos. Ver, gustar, oír. tocar ... son oportunidades  de sentir la vida.

Como también emocionarse, sobrecogerse, asombrarse,querer crecer, soñar despiertos, amar y dejarse amar, pensar y sentirse uno mismo, descubrirse en paz...

Ver a quien tengo la oportunidad de querer, de aceptar, de conocer. Estar juntos. Mirar los paisajes y los rostros... sin cámara, sin querer retenerlos.

Saborear la compañía alrededor de la mesa compartida, preparada con gusto,con detalle, con sencillez. Y brindar y conversar mientras comemos, y gustar los platos sin prisas...

Oír todas las melodías y sonidos que me rodean un día cualquiera por doquier, pero sin cables, ni audífonos, la brisa y las risas, las conversaciones, las voces calladas de lo que aman y se entregan sin hacer ruido.

Tocar todo lo que comunica cariño, suavidad, ternura. Abrazar, saludarse, sonreír. Dejar que te acaricie el agua de la lluvia y el invisible viento.

Cuando llega la noche después de un día de prisas, agobios y preocupaciones, y trato de recogerme en silencio, a veces sólo me sale: !Estoy agotado! !Éste ritmo de vida es tremendo! Hay días que parece no se acaban nunca, y otros que transcurren como un suspiro. Pero todos llenos de sensaciones, de sentimientos, de mensajes ...

Vivir es algo más que estar vivos. La vida es un regalo, un tesoro, una oportunidad, alegría, tristeza, triunfos y fracasos... y tantas otras cosas.

Cuando me he atrevido a vivir (que no es lo mismo que
"estar vivo") me he dado cuenta de lo que es SENTIR, SENTIR LA VIDA que me llega por todos los sentidos que tengo (que sigo sin saber cuántos son, pero muchos). Intentar no perder detalle de todo lo que me rodea, y de todo lo que me pasa, también lo que duele, fastidia y descoloca. Demasiado pocas veces me he atrevido a vivir.


Ilusionarme con aprender cada día, hacer y recrear las cosas, conocer gente nueva y refrescar mi relación con los de siempre, sorprender... y dedicarme un poco de tiempo. No es egoísmo. Es recogerme para darme.

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.








        
       
      

                     
    

PASTORAL: SANTO DEL DIA




San Isidoro
Arzobispo de Sevilla
(año 636)


Nació en Sevilla en el año 556. Era el menor de cuatro hermanos, todos los cuales fueron santos y tres de ellos obispos. San Leandro, San Fulgencio y Santa Florentina se llamaron sus hermanos.

Su hermano mayor, San Leandro, que era obispo de Sevilla, se encargó de su educación obteniendo que Isidoro adquiriera el hábito o costumbre de dedicar mucho tiempo a estudiar y leer, lo cual le fue de gran provecho para toda la vida.

Al morir Leandro, lo reemplazó Isidoro como obispo de Sevilla, y duró 38 años ejerciendo aquel cargo, con gran brillo y notables éxitos.

Isidoro fue el obispo más sabio de su tiempo en España. Poseía la mejor biblioteca de la nación. Escribió varios libros que se hicieron famosos y fueron muy leídos por varios siglos como por ej. Las Etimologías, que se pueden llamar el Primer Diccionario que se hizo en Europa. También escribió La Historia de los Visigodos y biografías de hombres ilustres.

San Isidoro es como un puente entre la Edad Antigua que se acababa y la Edad Media que empezaba. Su influencia fue muy grande en toda Europa y especialísimamente en España, y su ejemplo llevó a muchos a dedicar sus tiempos libres al estudio y a las buenas lecturas.

Fue la figura principal en el Concilio de Toledo (año 633) del cual salieron leyes importantísimas para toda la Iglesia de España y que contribuyeron muy fuertemente a mantener firme la religiosidad en el país.

Se preocupaba mucho porque el clero fuera muy bien instruido y para eso se esforzó porque en cada diócesis hubiera un colegio para preparar a los futuros sacerdotes, lo cual fue como una preparación a los seminarios que siglos más tarde se iban a fundar en todas partes.

Dice San Ildefonso que "la facilidad de palabra era tan admirable en San Isidoro, que las multitudes acudían de todas partes a escucharle y todos quedaban maravillados de su sabiduría y del gran bien que se obtenía al oír sus enseñanzas".

Su amor a los pobres era inmenso, y como sus limosnas eran tan generosas, su palacio se veía continuamente visitado por gentes necesitadas que llegaban a pedir y recibir ayudas. 

De todas las ciencias la que más le agradaba y más recomendaba era el estudio de la Sagrada Biblia, y escribió unos comentarios acerca de cada uno de los libros de la S. Biblia. Cuando sintió que iba a morir, pidió perdón públicamente por todas las faltas de su vida pasada y suplicó al pueblo que rogara por él a Dios. A los 80 años de edad murió, el 4 de abril del año 636.