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jueves, 31 de octubre de 2013
DESDE MI CALLE
HUMANICEMOS NUESTRAS CIUDADES.
Las postales turísticas no representan bien lo que son las grandes ciudades. En ellas aparecen sus anchas avenidas, sus parques señoriales, sus nobles y bellos edificios, sus grandes arterias que se entrecruzan y luego se pierden por el enmarañado bosque de sus barrios periféricos. Pero las ciudades, sean grandes o pequeñas, se identifican sobre todo por sus gentes. Ellas son las que otorgan calidad humana al paisaje urbano. Gentes acogedoras, simpáticas, hospitalarias.... o lo contrario.
Existen también esas ciudades cuyos habitantes son de todo menos acogedores, dignos de confianza, y que paso a paso, las llevan a la ruina, social, humana,etc.. Inhabitables en todo caso. Lloramos al verlas. Son lágrimas y lamentos que nos brotan del corazón, porque las amamos, y sin embargo, nos desvelan su condición más descarnada, hipócrita, deshumanizada, insensible al dolor ciudadano.
¿Qué otra realidad - fuerza, poder maligno - de ese mundo puede asustarnos?. NADA, absolutamente nada debe apartarnos de nuestra solidariedad con los demás, y conseguir que sean todas nuestras ciudades un ejemplo de convivencia en que todos seamos iguales en nuestros derechos, pero también en nuestras obligaciones.
DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.
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