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lunes, 3 de noviembre de 2014

MITOS Y LEYENDAS





EL AGUILA Y EL ZORRO - FABULA

En el bosque, todos sabían que el águila y el zorro eran muy amigos. Hasta habían construidos sus hogares muy próximos el uno al otro. El águila y su familia tenían su nido en el alto de una escarpada roca, mientras que, al pie de la misma, el zorro había excavado una madriguera muy sólida para su mujer y sus cachorros. !Oh, si! !Eran unos vecinos magníficos!. Los traviesos cachorros del zorro, dados a retozar, se divertían mucho viendo cómo el águila de anchas alas bajaba hasta su alborotada prole, para darle el alimento que les traía en sus garras.

Pero esa noche, cuando el sol se escondía detrás del gran olmo del bosque, el águila bajó hacia tierra con lentitud. Había registrado todo el bosque, descendiendo hasta muy cerca de los árboles, sin hallar cena. Sus garras estaban vacías, y sus hijos tenían hambre. Al divisar a los traviesos zorritos que retozaban abajo, el gran pájaro descendió súbitamente hasta el pie de la roca, aferró a uno de los pequeñuelos, que se retorcía entre sus garras, y se lo llevó a su nido.

!Sus hermanos se sintieeron horrorizados, y su madre furiosa!. Pero el águila, segura de que su nido estaba a demasiada altura para que el zorro lo alcanzara, hizo oidos sordos a sus gritos. Triunfalmente, llevó el aterrorizado cachorro a sus hijos que chillaban, y observó cómo se abrían de par en par sus picos.

Pero el zorro no se había quedaando mirando todo ésto con aire impasible. Asiendo una rama que ardía en su hoguera, la arrojó a lo alto de la roca. Inmediatamente, la seca hierba y las ramas del nido del águila se incendiaron.

En medio de la alarma general, el cachorro salió arrastrándose del nido y bajó dando tumbos por la roca. Cuando llegó abajo, su madre tendió las patas y lo tomó amorosamente para reintegrarlo a su cueva.

!Podrás desdeñar los gritos de aquellos a los que agravias - dijo, airado, el zorro a su amigo de antaño - pero no protegerte de la venganza.

Desde el rincón DE MI CALLE, que sigue siendo la calle de, casi, todos.

PASTORAL: SANTO DEL DIA




SAN MARTIN DE PORRES
(1579-1639)

Natural de Lima, era hijo ilegítimo de Juan de Porres y la negra Ana Velázquez. 
 
Su juventud pasa desapercibida entre aprendiz de peluquero y parco enfermero dedicado a hacer apósitos para heridas de poca trascendencia.

Quiso tomar el hábito de los Predicadores, pero  su oscuro color y su ilegítimo nacimiento impedían la entrada en la congregación. Fué por mediación de su padre, que realizó poderosas recomendaciones para que fuera aceptado, cómo lo consiguió.

Se entregó de lleno a la oración y a la caridad como lego; es recordado con la escoba y la lanceta de enfermero haciendo milagros. Pronto la aureola taumatúrgica le haría crear fama fuera de las fronteras de Perú.

La portería del convento se llenaba de gentes que buscaban el milagro. Su prudencia sobrenatural es admirada por los más grandes teólogos de Perú. 

 El tifus lo postró en cama, lugar donde pocas veces había logrado reposar, y con el cesto de las ratas al lado de la cama dió su último aliento "Fray Escoba".

Se le representa vestido con el hábito dominico, tez morena, una escoba, entre enfermos y numerosos rosos ratones a sus piés. Patrono de pobres, enfermos y humildes; protector de la injusticia social, del personal sanitario y de los animales domésticos; invocado contra las ratas y las enfermedades de los animales domésticos.