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jueves, 29 de agosto de 2013

DESDE MI CALLE


ASIGNATURA PENDIENTE: EMBELLECER LA VIDA.

Es hora de embellecer la vida con existencias más humanas. Diríamos que es la gran asignatura pendiente. Pienso que tenemos que buscar la manera de actuar coherentemente. Sabemos que el odio es un mal terrible, y, por desgracia, lo cultivamos hasta competir. Los mismos programas educativos propician el éxito individual en lugar de la solidariedad. Multitud de posiciones son absurdas. Por ejemplo que un mal se bombardee con otro mal. Todos estos desajustes dividen, y aademás provocan miedo.

Por principio, estamos obligados a hacer el bien; no hacerlo es ya por sí mismo, un gran mal muy grande. Es cierto que vivimos tiempos que generan un gran confusión, en parte porque la educación impartida mueve la maldad como defensa y hasta la justifica a veces, en lugar de instruirnos en la convivencia, en el valor moral y en el juicio recto, para poder sacar lo mejor de nosotros ante el aluvión de contratiempos, unas veces inventados por nuestra propia necedad y otros asumidos personalmente porque sí.

Todo tiene su punto positivo y también su contrariedad, depende de lo que el ser humano practique. Aún no hemos descubierto la vía de la coherencia y del consenso, del entendimiento y la persuasión. No se trata de hostigarnos unos a otros sin más, sino de resolver los problemas bajo la receta del diálogo. Está visto que el mundo tiene necesidad de maestros de vida, capaces de trasladar otros abecedarios más próximos con el prójimo, que nos hagan reflexionar sobre lo esencial y lo accesorio, puesto que todo está como muy adulterado, lo que genera una gran confusión.

Por consiguiente, tenemos que mantener viva la esperanza de la paz en el mundo, es nuestro mayor tesoro, y vale la pena apostar por una solución a tantos desórdenes. En cualquier caso, para que triunfe el bien, y pueda así embellecerse la vida, será preciso reorientar el orden de las cosas en un buen uso; proteger y promover los derechos humanos es condición indispensable, pensar más en los seres humanos y menos en la economía, y reconducirse hacia otros universos más auténticos, donde la verdad impere y la justicia no excluya.

No en vano este esplendor naciente que nace en los labios del alma, hace florecer todas las bondades y virtudes.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.