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martes, 20 de agosto de 2013

DESDE MI CALLE

LA DIFICULTAD DE LOS JOVENES PARA GANARSE HOY LA VIDA

Ganarse la vida nunca fué fácil para determinadas personas, sobre todo para aquellas que han sido criadas con dificultades económicas. Para empezar, no han tenido el mismo acceso a la educación que otras y la mayoría tuvieron que migrar en busca de otros horizontes, empezar de cero, en otro habitat, de cultura a veces muy distinta a la naciente, entablar relaciones nuevas, con la mirada puesta en la supervivencia, no es nada fácil y conlleva cierto riesgo.

Aprovechando la actual crisis también han aumentado los engaños. Una de las principales hipocresías del mundo contemporáneo está siendo la rebaja de sueldos. Hay salarios tan ínfimos que no pueden devaluarse más. Y aún más si eres joven, aunque tengas todos los títulos del mundo. Resulta vergonzoso que no se respeten ni los salarios mínimos y los empleos en precario se consideren como empleos adecuados (o decentes), cuando lo que se oferta es un mercado que explota como jamás al trabajador, convertido en la mayoría de las veces en un instrumento de lucro, sin derecho a nada o a casi nada. Por lo que se refiere al marco de las relaciones laborales no existe nada más que en las leyes. Puro cuento. Igualmente se lo ha cargado la crisis financiera. La sociedad no ve nada más que por los ojos de la economía, y no sólo está a su servicio, se arrastra si es menester. Por eso es tan complicado fortalecer una cultura de convivencia y de desarrollo colectivo. cada uno mira para sí (y para los suyos).

Ciertamente, uno necesita ganarse la vida como siempre, pero los jóvenes, mal que nos pese, siguen estando marginados, y lo están en la medida en que no se cuenta con ellos, pudiendo ser colaboradores valiosos. Ya es hora de que dejemos de hablar de crisis (me aburre) y contemos más con el alma joven (son al menos más divertidos), ellos no son el problema, y quizás sí la solución a ese ansiado cambio. Se precisan otros estilos de vida, otros modos de hacer y es el espíritu juvenil el único que puede llevarlo a buen término. En un mundo como el presente esto es fundamental para solidarizarse con los demás, para reconocer opiniones divergentes, para resolver conflictos. ¿Se imaginan un país sin jóvenes? Todo caminaría sin entusiasmo. Necesitamos que las juventudes trabajen a pleno rendimiento en sus puestos de trabajo y también en plena calle, reinvidicando un mundo más justo, así como en los centros de estudio formándose. Son nuestra luz, nuestra acción y reacción a un mundo tan diverso como disperso, nuestro estado de ánimo frente al desánimo que nos circunda. Están en la edad de los sueños posibles, de la ausencia de egoismos, de los excesos de donación, de la mirada limpia y del genio vivo. No les cortemos las alas. Requerimos su empuje entre nosotros.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.