Los Profetas alimentan la ESPERANZA, especialmente en los momentos de postración, sufrimiento y derrota, en aquellos momentos en que es más fácil caer en la desesperacion. Los oráculos proféticos, que denuncian la injusticia y la desesperacion de un pueblo, como causa de sus propios males, no se limitan a señalar la actual situación de derrota y humillacion como justa consecuencia del mal comportamiento, sino que reafirman la voluntad y el acierto de los que rigen los destinos, y profetizan que allí donde reina la destrucción y la pobreza, puede resurgir la vida, y allí del tronco seco, y en apariencia muerto, puede brotar uno nuevo. Por eso manifiestan el perdon y la rehabilitacion del pueblo.
Los profetas son capaces de capaces de soñar cuadros que nos pueden parecer utopías idílicas, más propias de soñadores ilusos que de personas realistas. Sin embargo lo que describen los profetas, no son sueños fatuos, sino aquello a lo que se aspira en el fondo del corazon humano, que ellos saben leer como nadie, y que ven como el cumplimiento de las promesas recibidas; como el fruto de una fidelidad que supera con creces las infedilidades de aquellos que tanto prometen y no cumplen. Pero esto no quiere decir que se trate de un cumplimiento mágico, en el que todo se convertirá de repente en color de rosa sin cooperacion alguna de parte de las personas. Se trata de un brote, de un renuevo, es decir del comienzo de un proceso.
Los profetas son los hombres capaces de ver en el desierto la posibilidad de un oasis, de un jardin. Nos preparan en medio de las contradicciones que nos rodean y que nos afectan personalmente: el mal existe en el mundo, en nosotros mismos, y por eso la realización de las promesas, se da en tensión, de forma agónica. Pero precisamente porque no es una promesa, sino una realidad ya operante, podemos percibir, en el espíritu del profetismo más genuino, la esperanza de que esas profecías se cumplan. Conseguir que nosotros mismos podamos convertirnos en signos de esperanza para otros, para los desposeidos de esperanza. Hagamos fructificar y hacer realidad el sueño de los profetas de bien, que posibilite un mundo de paz y armonía, superando los prejuicios y las barreras que se alzan de tantas formas entre los hombres.
¿Que dónde están los Profetas? En nosotros mismos. Seamos pues los profetas que anuncien un Universo en que no haya distincion de razas, religion o clase social.
DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.