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lunes, 6 de noviembre de 2017
PASTORAL: SANTO DEL DIA
La evangelización de Alemania, más allá del Rin, comenzó en el siglo VII, a fines de la época merovingia, gracias a la obra de los monjes irlandeses y anglosajones, y logró su máximo desarrollo en el siglo siguiente con la acción misionera de San Bonifacio. El primero en desembarcar en Frisia, en los Países Bajos, fue Vilfrido de York. Después el abad Egberto, un maestro de vida espiritual de la época, mandó a Vilibrordo (Willibrord), oriundo de Northumbria, en donde había nacido en el año 658, cuyo celo por la difusión del reino de Dios era el único incentivo de su movimentada existencia.
Después del fracaso de la misión de Vilfrido, fue enviado con once compañeros a Frisia. La victoria de Pepino de Heristal contra el rey Radbod en el 689 facilitó la empresa. Desembarcados en la desembocadura del Escaut, una región de tierras pantanosas, los misioneros se dirigieron hacia el interior y fueron recibidos con muchos honores por el duque Pepino. Pero Vilibrordo, antes de comenzar su obra de evangelización, quiso ir a Roma para tener el beneplácito del Papa. Sergio 1 le dio la aprobación y lo animó. De regreso, el monje escogió a Anversa como centro de su apostolado y de las futuras fundaciones, la más célebre fue la de Utrecht.
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