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martes, 13 de agosto de 2013

DESDE MI CALLE


EL NO DE LA IGLESIA A LA ORDENACION DE LAS MUJERES.


Aunque no me pilló por sopresa, me pareció un regreso al pasado eso de ... "el tema de la ordenación de las mujeres está cerrado". Al parecer, la Iglesia cierra los ojos a la realidad y sigue encorsetando el concepto de vocación sacerdotal. Se diría que no ve cómo la figura del presbítero varón, célibe y con carrera eclesiástica se va extinguiendo a marchas forzadas en Occidente. Y no sólo eso. Tampoco se le augura un gran futuro en Oriente, dada la distinta mentalidad de sus gentes. Las estadística son crueles. Si no he entendido mal, allá por la década 1950/1960 había en España unos 7.500 seminaristas. Sesenta años después igual no llegan ni a 750. Se diría que el catolicismo juvenil, conservador y de corte neopentecostal, mete mucho ruido festivo.... pero genera poco compromiso. ¿Cómo va a evolucionar en un futuro más o menos próximo la vocación sacerdotal?.

Sin ser un gran experto, al fijarnos en Jesús de Nazareth histórico me llama la atención el par de autoexigencias que se perciben en su sorprendente personalidad: 1- "ser servidor de todos". 2- "ser último de todos". !En qué estaría pensando la Iglesia en insistir en el no a la ordenación de las mujeres! Porque, en la práctica, si de lo que se trata es de servir y ocupar el último lugar, son las mujeres las que mejor siguen el ejemplo sacerdotal del Nazareno. ¿Acaso no son ellas las que mantienen abiertas las parroquias católicas, dando un poco de vida a la cada vez más lánguida y anacrónica pastoral? ¿No son ellas las que, infinidad de veces, consagran humildemente sus vidas profanas al servicio de los demás? ¿Las que nos acercan mejor que nadie al Dios que predica Jesús de Nazareth? ¿Porqué tanto empeño en excluir a la mujer, además para siempre, del rito formal de una siempre misteriosa e inintelegible transubstanciación? ¿No resulta paradógico y poco evangélico el reservarlo a varones, no tan serviciales y bastante más interesados en ser los primeros?.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.