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sábado, 20 de septiembre de 2014

DESDE MI CALLE



EXPLOTACION LABORAL

Hoy he escuchado unas declaraciones del Sr. Rosell, que es el portavoz, el representante, el "jefe" del círculo de empresarios, o algo parecido, diciendo que  los empresarios serían felices pagando más de  impuestos ya que significaría que las ganancias habrían sido mayores. Lo ha dicho con una sonrisa de felicidad en su "cara".

Si pensamos que cada vez contratan (cuando lo hacen) a unos salarios bajos, que la duración de esos contratos es de media jornada, incluso de una sóla jornada, por horas, etc., es lógico pensar que su satisfación sea tan grande. Si bien no se debería tolerar que un asaliado que trabaja un par de horas cobre lo mismo que si trabajase ocho horas, en el mundo laboral sigue existiendo la explotación, el "amo" sigue decidiendo quién debe trabajar, cúantos horas debe hacerlo, y el salario que ha de percibir.

La explotación reviste muchas formas, se disfraza de muchos ropajes. La situación de paro, la precarización del empleo, la economía sumergida, los contratos basura, los bajos salarios, que siembran en los trabajadores y en sus familias una permanente inseguridad, los horarios flexibles en función de la productividad, que produce un grave atentado contra el estado físico y psiquíco del trabajador, la movilidad geográfica, que rompe relaciones familiares, culturales y sociales, la siniestralidad laboral, la pérdida de la cultura y conciencia obrera, etc.

Al Sr. Rosell y a todos sus "compis explotadores" deberíamos hacerles comprender el sentido de la justicia en función del bien común, y que ésta no debe basarse únicamente en sus intereres, sino también en el de aquellas personas, sus trabajadores, que cada día sienten más una crispación al entender que son salvajemente explotados.

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de (casi) todos.