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domingo, 1 de junio de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
Santos Marcelino y Pedro
Mártires
Año 304
El primero de estos dos santos mártires era un sacerdote muy estimado en Roma, y el segundo era un fervoroso cristiano que tenía el poder especial de expulsar demonios. Fueron llevados a prisión por los enemigos de la religión, pero en la cárcel se dedicaron a predicar con tal entusiasmo que lograron convertir al carcelero y a su mujer y a sus hijos, y a varios prisioneros que antes no eran creyentes. Disgustados por esto los gobernantes les decretaron pena de muerte.
A Marcelino y Pedro los llevaron a un bosque llamado "la selva negra", y allá los mataron cortándoles la cabeza y los sepultaron en el más profundo secreto, para que nadie supiera dónde estaban enterrados. Pero el verdugo, al ver lo santamente que habían muerto se convirtió al cristianismo y contó dónde estaban sepultados, y los cristianos fueron y sacaron los restos de los dos santos, y les dieron honrosa sepultura. Después el emperador Constantino construyó una basílica sobre la tumba de los dos mártires, y quiso que en ese sitio fuera sepultada su santa madre, Santa Elena.
Las crónicas antiguas narran que ante los restos de los santos Marcelino y Pedro, se obraron numerosos milagros. Y que las gentes repetían: "Marcelino y Pedro poderosos protectores, escuchad nuestros clamores".
DESDE MI CALLE
RAZONES PARA CREER
Existen muchas razones poderosas para creer en "la utopía", el vivir dignamente", "el trabajo solidario", incluso en la maternidad que haga que los niños puedan crecer y desarrollarse en un mundo más justo.
Todos tenemos nuestros problemas. Quizás no sean enormes, pero en más de una ocasión nos han servido como excusa para no complicarnos, por lo menos eso deseábamos, la vida.
Después de los días de trabajo, si con suerte cuentas con ello, deseamos tener derecho a un descanso. Pero, siempre hay "un pero", andamos económicamente ajustados. Apenas nos llega para las necesidades básicas. Nos gustaría ayudar a esas organizaciones que se desviven por los más desfavorecidos, por la gente que está en el paro, por ayudar a los ancianos quer se encuentran solitarios, en sus casas, en sus residencias. A muchos de estos ancianos sus parientes les han relegado a una mísera existencia. Piensan aquello de "Nadie quiere resolver mis necesidades".
Nos gustaría ponernos en camino hacia esa "utopia", pero hay ocasiones en que la realidad está por encima de nuestros deseos. Ese camino quiséramos que nos condujese a resolver esas necesidades, esos problemas, que no sólo los tienen los ancianos, sino muchos que carecen de trabajo, que pasan toda la semana, dia tras día, recorriendo y dejando curriculum por todos los establecimientos que encuentran a su paso. En ocasiones nos da hasta vergüenza que, aunque precario, tengamos un trabajo, que nos ayuda en nuestras básicas necesidades.
En ese camino hacia tu vida futura, a veces tienes la tentación de pensar en que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha, o al revés. No te importa hacer un favor, pero al mismo tiempo agradecerías que lo reconociesen. Más tarde piensas ¿es justo eso? ¿no es mejor hacer el favor sin esperar nada a cambio? Entonces comprendemos que la tarjeta de visita de una entrega gratuita es siempre la alegría y la sencillez, que ese pequeño acto de entrega es, también, porque igualmente hay alguien que lo hace contigo sin reserva alguna.
Por eso, debemos de creer en la utopia, si, pero no porque la realidad sea imposible, sino porque todo es posible.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
Existen muchas razones poderosas para creer en "la utopía", el vivir dignamente", "el trabajo solidario", incluso en la maternidad que haga que los niños puedan crecer y desarrollarse en un mundo más justo.
Todos tenemos nuestros problemas. Quizás no sean enormes, pero en más de una ocasión nos han servido como excusa para no complicarnos, por lo menos eso deseábamos, la vida.
Después de los días de trabajo, si con suerte cuentas con ello, deseamos tener derecho a un descanso. Pero, siempre hay "un pero", andamos económicamente ajustados. Apenas nos llega para las necesidades básicas. Nos gustaría ayudar a esas organizaciones que se desviven por los más desfavorecidos, por la gente que está en el paro, por ayudar a los ancianos quer se encuentran solitarios, en sus casas, en sus residencias. A muchos de estos ancianos sus parientes les han relegado a una mísera existencia. Piensan aquello de "Nadie quiere resolver mis necesidades".
Nos gustaría ponernos en camino hacia esa "utopia", pero hay ocasiones en que la realidad está por encima de nuestros deseos. Ese camino quiséramos que nos condujese a resolver esas necesidades, esos problemas, que no sólo los tienen los ancianos, sino muchos que carecen de trabajo, que pasan toda la semana, dia tras día, recorriendo y dejando curriculum por todos los establecimientos que encuentran a su paso. En ocasiones nos da hasta vergüenza que, aunque precario, tengamos un trabajo, que nos ayuda en nuestras básicas necesidades.
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Por eso, debemos de creer en la utopia, si, pero no porque la realidad sea imposible, sino porque todo es posible.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
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