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miércoles, 10 de julio de 2013

DESDE MI CALLE

CASTILLA Y LEON ---Vacaciones en el mes de Junio --- (primera partes)

El capítulo primero del Don Quijote de la Mancha de MIGUEL DE CERVANTES, comienza con la archiconocida frase "En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme...". Yo debo aseverar que si conozco Villavendimio, partido judicial de Toro, provincia de Zamora, antigua Castilla la Vieja.

"Empiezan a susurrar las desnudas ramas de los álamos, orean llamándose unas a otras las perdices que invernan junto al caserío y vienen de noche a comer a las eras. La tierra exhalaba un olor impreciso, un poco  acre. De las eras venia un aroma a vino fuerte llenando los huertos. La hierba expandía una intensa fragancia de juventud".
Mientras leía la novela "Campos Roturados" de MIJAIL A.SHOLOJOV, sentado frente a las eras, acariciándome el sol mientras una suave brisa mitigaba el calor de una tarde del mes de Junio, mi imaginación volaba hacia las estepas rusas y veía sus campos amarillentos por los cereales en vísperas de su cosecha, y me venía a la mente cómo se deberían de parecer esos campos a los que yo veía delante de mí en esa tierrra castellana.                                                                                         Los agricultores esperando que la cebada, un poco retrasada por las lluvias abundantes del invierno, acabe de secarse para ser cosechada. Los caminos rurales atravesando viñedos, buscando el amanecer para ser azufrados, de forma que al llegar la época de la vendimia, segunda quincena del mes de setiembre, la uva tenga la máxima calidad, tanto en peso como en azúcares. Campos de guisantes en los que las máquinas modernas cosechan, quitan las vainas, y las sacan peladas, para inmediatamente ser transportadas en camiones a las fábricas conserveras.
Madrugando para pasear me encuentro con tractores que transportan tubos para ser enganchandos a los pozos, riegan las parcelas sembradas de remolacha. Este trabajo se repite 2 o 3 veces al dia, cambiando estos tubos y  llevándolos a variar de posición para que sea regado todo lo sembrado en la era.
A media tarde me reúno en el bar del pueblo con los agricultores que hacen una pausa en el trabajo, se toman una, o más, cervezas, discuten sobre la forma más o menos rentable en que se encuentra hoy en día la labranza, si la parcela aquella es mejor o peor que la otra, etc.
Llega la hora de la cena, ya se hace planes sobre el trabajo del día después. Se planifica las eras más idóneas para ser labradas, cosechadas, o simplemente vigiladas.

Así acabo un día colmado de acontecimientos grandes y pequeños, pero en todo momento disfrutando de esa vida del campo castellano, a veces bastante ingrato en su reconocimiento, mas siempre una vida noble, sincera, sencilla...UNA VIDA sin más.

DESDE MI CALLE, que deseo sea la calle de todos los trabajadores del campo.