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viernes, 19 de abril de 2013

DESDE MI CALLE


TRILEROS Y TESTAFERROS SIN FUERZA NI HONOR.

!FUERZA Y HONOR!Con esta frase animaban los generales romanos a sus ejércitos antes de comenzar la batalla. El tiempo, ese que nos hizo pertenecer a un presente seguro y bajo control, huye en medio del caos. O ya no existe porque estamos en manos de trileros sin alma. De testaferros narcotizados por un despotismo desprovisto de máscaras. Pareciera que las líneas rojas ya sólo están para saltárselas. Como un juego perverso de quien se sabe ganador por decreto y le importa muy poco su descrédito. Se saltan por imperativo legal o ilegal y punto. Qué más da. El límite a los despropósitos diarios por parte del PP no tiene límites. La sangría ciudadana rocía con su podredumbre trayectorias personales y profesionales inconcebibles hace años. El gobierno, sus ministros, sus camellos ideológicos, sus caraduras mediáticas no guardan ningún pudor al hablar de las crisis y sus respuestas. Al gestionar la inmisericorde ración diaria de recortes sociales y económicos. Quienes tienen el poder político actual han dejado de guiarse por el respeto a la ciudadanía. Más bien parece que jueguen y se diviertan siendo sus verdugos. Incluso hasta el ensañamiento. Han olvidado para qué y por qué fueron votados. Ya todo les da igual en ese torbellino de mezquindades acumuladas día a día. Saben que están jugando con fuego pero solo esperan el gran incendio. El que les salve de tanta trampa, estafa y perversión. Ese fuego que expía incluso los mayores pecados a la puerta del infierno.

Y mientras tanto, la gente a pie de obra, grita, se exalta, sale a la calle, hace huelgas, trapichea para vivir, se inmola en el altar de la desesperación y sobrevive a costa de la generación anterior e incluso de la anterior a la anterior. No le queda otra. Nos preguntamos dónde está el límite para la revuelta infinita. Y no sabemos. Jugamos, o intentamos, a reventar la calle, esa que se toma por la izquierda. Pero, a veces, el miedo a perder lo que queda, funciona como un freno de mano ante la pálida movilización que nos reclama cada día, en cada calle, en cada ciudad de la España en venta y reventa. En la España gobernada por esos vampiros que se nuetren de las agonías ajenas.

¿Se sentarán ellos a la izquierda del Padre en el Juicio Final? No lo sé. Sé explicar porqué la calle todavía no ha asaltado la Moncloa. Pero no sé si lo hará ni cuando. Ni las últimas razones para encender la mecha que haga estallar la revuelta. Ellos deberían evitarlo. Para eso les pagamos. Y también nos roban por ello.

!FUERZA Y HONOR! DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.