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domingo, 30 de noviembre de 2014

PASTORAL: SANTO DEL DIA


SAN ELOY
Patrono de los joyeros

Antes de escribir la vida de este santo, voy a tomarme la licencia de rendir un pequeño homenaje a D. TEODORO MAKAZAGA ARTETXE (tío mío), director que fué durante muchos, muchos años, de la Banda de Musica Municipal de Gernika.
Compuso y escribió ( año 1954) a petición de los representantes de las platerias, había 2 fábricas dedicadas a cubertería en Gernika por aquel entonces, el HIMNO A SAN ELOY.

Naturalmente no puedo copia la partitura, pero sí su letra:

Cantemos el Himno de nuestro patrón, cantemos el Himo que hoy es SAN ELOY.
Cantemos el himno con gran devoción, cantemos y oremos la misión.
Oh, Santo piadoso, semblante hermoso lleno de luz, 
vela por nosotros en el trabajo y en la salud.
Eres tú, Santo querido el elegido del mismo Dios,
y yo te venero y entrego mi corazón.


                                             VIDA DE SAN ELOY
                                              (588-659)

Era Eloy un humilde joyero muy profesional, que trataba todos los encargos de forma desmesurada. Enterado el rey Clotario II de las habilidades del joven, mandó elaborar un trono de oro y piedras preciosas. El monarca recibió dos sillones  y una pieza que había realizado con los restos. El rey, sin más preámbulos, lo nombró tesorero del reino, cargo que seguiría ocupando con su sucesor el rey Dagoberto.

Todo el dinero que llegaba a casa de Eloy terminaba en la iglesia. Poco a poco fué juntando el dineero suficiente para fundar un convento de monjas en París y otro de benedictinos en Limoges.

Aunque no había profesado  orden religiosa alguna, es elegido obispo de Noyón. Desde el episcopado luchó contra la idolatría pagana, siempre con palabras convincentes  y desde el púlpito, comentarios que le crearon amenazas de muerte, pero nunca temió a los infortunios.

Cuando ya llevaba 19 años gobernando a su diócesis, supo por revelación que se le acercaba la hora de su muerte y comunicó la noticia a su clero. Poco después le llegó una gran fiebre. Convocó a todo el personal que trabajaba en su casa de obispo y se despidió de ellos dándoles las gracias y prometiéndoles orar por cada uno. El 1 de diciembre del año 659 murió con la tranquilidad de quien ha dedicado su vida a hacer el bien y amar a Dios.