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miércoles, 6 de agosto de 2014

PASTORAL: SANTO DEL DIA


CAYETANO DE TIENA

Natural de Vicenza (Italia), nacido el año 1480,  se distinguió en los estudios de Teología y Derecho civil y canónico, facultad en la que se graduó como doctor en Padua.

 Fué secretario de Julio II, devoto y miembro del Oratorio del Amor Divino.

Como sacerdote, con su propio patrimonio, construyó en Rapazzo la parroquia de Santa María de Malo. Fué el primero que fundó una Orden de Clérigos Regulares Teatinos, imitando el género de vida de los Apóstoles.

La norma suprema de su instituto era su confianza en Dios, impresa en el Evangelio, motivo por la cual se abstenían hasta de pedir limosna, esperando que espontáneamente los fieles les ayudasen. El celo que San Cayetano desplegó para salvar tantas almas le mereció el nombre de <<cazador de almas>>. Además se comentaba de él que era un ángel en el altar y un apóstol en el púlpito. Fué general de la Orden en varias ciudades como Verona y Venecia.

El retiro le llevó a Nápoles donde murió el 7 de agosto de 1547.

DESDE MI CALLE


REDENCION POR EL AMOR

Y escribo redención con minúscula. Me refiero a las pequeñas liberaciones. El amor del cónyuge es liberador. Libera de la pandilla cuando se singulariza la mirada amorosa.  Libera de la soledad y la incertidumbre. Sentirse y saberse amado es una experiencia de vitalización. Uno renace. Crece la fe de cada uno en sí mismo, en su valor y dignidad. Es atractivo/a para alguien. Una mirada singular de amor descubre cualidades y dones que nadie antes había descubierto. Y las pone de relieve.  Al mismo tiempo, hace crecer la confianza en los demás. La mirada hacia los otros  se vuelve más positiva y creativa.

Cervantes lo expresó muy bien en las figuras de Aldonza y Dulcinea. Un cónyuge que ama es capaz de transformar al otro, es decir, y hacerlo pasar de las dudas y temores a la confianza en sí mismo; del rechazo de sí mismo a la aceptación gozosa. Aldonza se transforma en Dulcinea gracias a la mirada de amor de Don Quijote. Y es que, en realidad, sólo nos “redime” quien nos ama.
La relación de amor se va tejiendo a base de pequeñas redenciones; uno va cobrando conciencia de su valía personal; va descubriendo y diseñando su misión personal en la vida; va configurando su persona a base de decisiones y compromisos. Y es que el futuro de cada uno no está escrito ni predeterminado; está abierto, en manos de cada uno.  Y en las manos de la persona amada. Se vive bajo la mirada del otro.
El amor hace la vida, vital; y la muerte, mortal. El amor con tu pareja es la energía que da ganas de vivir. Y  ganas de vivir para siempre. Claro que sólo quien nos ama con mayúscula, nos redime también con mayúscula. Nos resucita.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
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