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martes, 23 de julio de 2013

DESDE MI CALLE





NO SABEMOS LO QUE QUEREMOS.-

Voluntad. El hombre quiere, pero no sabe lo que quiere: dinero, poder, placeres. Pero siempre anhela algo más, porque nada le satisface.  Lo nuestro es querer, sin más; nos morimos queriendo e ingnoramos para qué lo queríamos.

El rico quiere, como poco, sumar un euro más mañana. El seductor, más amantes al día siguiente. El político, mayor poder que su camarada, más poder que nadie. Nos pasamos la vida como el peregrino que nunca se detiene a reflexionar sobre la tristeza de llegar. Hay que dejar de amar, para volver a amar, porque sólo el principio ilusiona.
Yavhé se aburría en la eternidad, que es el no tiempo. Decidió trabajar un rato. Despúes, según nos dice el Génesis, decidió descansar. Dios también conoce el tedio.

El político, el poderoso y el vicario, el alto cargo y el mercachifle, nunca se aburre, porque hacer política consiste en esquivar al pueblo a través del tiempo, del engaño y la mentira. El ciudadano, cuando es pobre, tampoco se aburre, porque el hambre es el primer plato de la reflexión. Además, el deporte en general, Belén Esteban y cualquier pájara televisiva, protagonizan la cotidiana estolidez del español; el humilde proyecta sus carencias sobre el deporte, y la hetaira y el macarra de turno. Si no se come, pero ganan los tuyos, las tripas dejan de rugir y el hambre detiene su voraz deseo.

Llegará el momento en que nos convertiremos en cucarachas para el poder: nos permitirán salir en las noches de verano y poco más. Ni siquiera nos aplastarán, porque el ruido que provoca nuestra muerte les resulta desagradable. Al pobre, al trabajador, al parado, al autónomo, se le soporta porque no hay otro remedio, ni tampoco tiempo para exterminarlos.Tampoco el poder sabe lo que quiere, sólo que quiere. Nosotros, la mayoría silente, sólo anhelamos seguir viviendo, pero tampoco sabemos ni por qué ni para qué.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.