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miércoles, 16 de abril de 2014

DESDE MI CALLE






CONOCER A FULANO Y A MENGANO


Más de una vez habremos dicho: "Yo a fulano y a mengano les conozco como si los hubiera parido". Y quizás más de una vez nos habremos dado cuenta de lo infundado de nuestra presunción. Mucho más cuando esperábamos de ellos un comportamiento distinto, ejemplar, dada la importancia de su cargo y jerarquía, y por tanto de los medios que poseen para procurar la felicidad de los más necesitados.

¿Es que la vida es una historia de entrega y de traición? En el momento, en que buscando algo mejor para ésa multitud de desemparados que pululan en ésta inhumana sociedad en la que nos ha tocado vivir, y a los que nos gustaría conducirles hacia una vida más digna, me asombra ese comportamiento de falta de conciencia, de amor. No saben, quizás ni les han enseñado, que el amor no es cerrado, que el amor no es tacaño.

Es entonces, cuando me doy cuenta que, en realidad, son cobardes. La cobardía es algo más que ausencia de valor. Los cobardes sólo amenazan cuando se sienten a salvo.¿A salvo de qué? ¿De qué se esconden bajo un manto de soberbia, de altanería, de hipocresía? Esconden su ambición. Les da igual si ofenden. Sólo les interesa su avaricia, conservar, y si es posible aumentar, lo que poseen, no deteniéndose en los medios para conseguirlo, aunque esos medios sean injustos.

No les importa que esa afrenta destroce los corazones, incluso la vida, a aquellos desemparados. No les importa si éstos desfallecen de penuria y miseria. No les importa que esperen, a lo menos, compresión. No la tienen. No les importa que deseen ser consolados, pero que no encuentran consuelo. No les importa que su comida sepa a hiel. No les importa que tengan sed, pero que sólo les den vinagre.

Denunciemos y señalemos sin tapujos, la cobardía de tantos "Fulanos y Menganos" que sólo piensan en sí mismo.

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.