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miércoles, 6 de noviembre de 2013

DESDE MI CALLE




DAR VIDA A LOS AÑOS.


Es útil reflexionar sobre el ciclo vital: vivimos un ratico. Apenas comenzamos a vislumbrar de qué va la  vida y ya nos tenemos que apear de ella. La suerte es que estamos y evolucionamos entre un (ex) y un (todavía). La indefensión individual y la vulnerabilidad son unas compañeras que nos acompañarán siempre, además de la existencia del deterioro y la muerte. Nadie se jubila igual ¿Por qué?. El abanico de formas de jubilarse y por lo tanto de formas de envejecer, es muy amplio, puesto que genes, cerebro y conducta (estilos de vida) se influyen entre sí. La biografía más que la biología, moldea la forma de jubilarse de cada persona. Se podría decir, que forjamos nuestra propia jubilación. Nos jubilamos de nuestra actividad profesional, pero no nos jubilamos de la vida, que tenemos que seguir construyéndola.

La jubilación es un acontencimiento vital. Según nuestras estrategias adaptativas la jubilación puede convertirse en una experiencia positiva, agridulce o muy negativa. La adaptación a la jubilación se empieza a realizar meses antes de que suceda. Cómo no, abordamos la muerte y el morir. La muerte nunca puede ser enteramente aceptada, pero se puede elaborar, con el tiempo, un conjunto de sentimientos que pueden llegar a un estado de verdadera resignación y distanciamiento. No se teme a la muerte sino el proceso de morir, y el miedo a la muerte limita nuestra capacidad de amar. Lo que da sentido a la vida no es haber vivido poco o mucho tiempo sino sentir que realmente se ha vivido, que la propia vida ha tenido sentido o que ha merecido la pena vivirla. Hay que darle vida a los años, y no años a la vida.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.