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sábado, 5 de noviembre de 2016

MUSICA LOS SECRETOS - Pero A Tu Lado (Video clip)

PASTORAL: SANTO DEL DIA


San Alejandro de Sauli Obispo
 Año 1592



Nuestro santo nació en Milán en 1535. A los 15 años ya se atrevió a desbaratar un espectáculo inmoral en su barrio. A los 17 entró de religioso en la comunidad de los Padres Barnabitas, y una vez ordenado sacerdote empezó a predicar con tal elocuencia y tan formidable doctrina que San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán lo invitó a predicar la cuaresma en su catedral, y a sus sermones asistían el Sto. arzobispo y el cardenal Sfondrati, que después fue el Papa Gregorio XIV, y los dos personajes derramaban lágrimas de emoción al oírlo predicar.
Fue nombrado superior general de su comunidad, y San Carlos Borromeo lo designó como su confesor.
Su fama llegó hasta el Santo Padre Pío V, el cual lo nombró como obispo de la isla de Córcega. Fue consagrado por el arzobispo San Carlos.
San Alejandro encontró a Córcega en el más lastimoso estado moral. Los sacerdotes eran poco instruidos, el pueblo tenía muchas supersticiones; los campos estaban infectados por bandoleros y entre las familias había terribles venganzas. Se propuso transformar ese ambiente y lo consiguió.
Se consiguió varios religiosos de su comunidad y reuniendo a todo el clero les anunció que desde entonces se proponía enfervorizar lo más posible la vida religiosa de esa isla. Visitó una por una todas las parroquias exigiendo que se enseñara catecismo y se diera buen ejemplo. Predicaba en todas partes con gran entusiasmo y mucho fruto. El santo trabajó en Córcega durante veinte años y el cambio fue tan notable que las gentes lo llamaban "el apóstol de la paz" "el apóstol de Córcega". Construyó una bella catedral.
Dios le concedió el don de hacer milagros. Y así por ejemplo un año en que se anunciaban malísimas cosechas y muchísima pobreza y escasez, pasó por los campos bendiciéndolos, y en ese año la cosecha fue mejor que en los demás años. Otra vez los piratas mahometanos llegaban con muchos barcos a atacar las costas de Córcega, y cuando las gentes huían despavoridas hacia las montañas, San Alejandro bendijo las aguas del mar y enseguida estalló una espantosa tormenta que alejó las naves de los piratas.
Poseía también el don de profecía y anunciaba hechos que iban a suceder, y se cumplía exactamente lo que había anunciado.
Era muy amigo de San Felipe Neri, el cual decía que el obispo Alejandro era un admirable modelo de lo que debe ser un santo obispo.
San Alejandro murió en 1592 y también después de su muerte siguió haciendo milagros.

DESDE MI CALLE



EL DINERO, LAS RIQUEZAS


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 Vamos a ser realistas. Pasa que en esta vida tan complicada y dura que nos toca vivir, el dinero es un elemento necesario. Sin dinero no se puede vivir: no se puede comprar lo necesario, no se puede atender a las necesidades personales, no se puede sacar adelante una familia. No es que se sirve al dinero, es que es necesario. Pensar que se puede dejar de lado, que se puede vivir sin él, es una ilusión que quizá sólo se la pueden permitir los jóvenes cuando están en plena adolescencia, o los hijos e hijas de papá que nunca han sabido lo que es trabajar para ganar con lo que poder comprar lo necesario para ir tirando. La realidad es que para mucha gente de nuestro mundo actual vivir es sobre todo una lucha por sobrevivir, por llegar al día siguiente como sea. 
 Pero siempre se mezcla un poco en nuestra vida un cierto egoísmo, un cierto miedo a no tener lo suficiente para nosotros, a buscar la seguridad para nosotros y los nuestros. A veces, a buscar una seguridad que va más allá de lo humanamente razonable. A veces, se nos olvida que es precisamente cuando compartimos lo que tenemos cuando nos podemos sentir más seguros, cuando podemos vivir mejor y más felices. 
 O quizá también podamos hacer un poco de examen de nuestra vida pensando en eso de que no podemos servir a dos señores. No puede haber en nuestra vida nada por encima de la fraternidad, por encima del amor. Todo lo demás es relativo. El dinero, el trabajo, la política y tantas otras cosas de nuestra vida, o sirven para construir una Sociedad justa,  o son pesos inútiles que nos desvían de lo que es realmente importante. De lo único que vale la pena, la fraternidad y el amor.
Desde éste rincón de MI CALLE, que sigue siendo éso, la calle de todos