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domingo, 28 de abril de 2013
DESDE MI CALLE
BIBLIOTECA PUBLICA ES SINONIMO DE CULTURA
García Lorca aseguraba que sentía más lástima por un hambriento de cultura que por uno de pan, considerando ambos extremos con dolor, pues argüía que el hambre se puede saciar con medio pan, mas una persona con apetencia de conocimiento no obtendrá nunca los libros suficientes para calmarse, excepto si dispone de una biblioteca pública generosa en sus donaciones bibliográficas, sin censura de ningún tipo.
Presenciamos una revolución de la palabra impresa. Desde las tabletas de arcilla de Mesopotamia, llegaron después alfabetos como el fenicio, la numerología árabe y se mutaron los materiales que de la arcilla, caña, bambú, seda, papiro, derivaron al pergamino, documentos acumulados en bibliotecas, como los depositados en la Biblioteca de Alejandría. Con la ayuda del papel y la tinta devenidos de Oriente, sucede la invención de la imprenta por Gutemberg.
Se pensó que la divulgación abaratada del saber iba a despertar a la masa analfabeta de su letargo, que la sabiduría aposentada en los viejos manuscritos iba a ser difundida de modo libre. Se soñó en un conocimiento que procuraría felicidad por los conocimientos adquiridos, bienestar por acceder a la madurez intelectual, y herramientas necesarias para la protesta por sus adversas condiciones sociales, económicas o políticas. Nacieron los periódicos y otras manifestaciones de divulgación. No en vano los movimientos fascistas, falangistas y otros extremos radicales hicieron, y siguen haciendo allá donde broten, a más de encarcelar y fusilar, piras con los libros. Queman al adversario imediato.
Con la revolución digital, algunos anunciaron la muerte del libro impreso, pues el atajo al conocimiento parece ser infinito en las redes. Sabemos del tiempo, de las noticias últimas, encontramos los libros de épocas pasadas, los que se escriben hoy, la música, el arte, la comunicación ampliada al infinito....Quizá Loca diría hoy "media barra de pan y un ordenador"
Hay Gobiernos que, poniendo como excusa la crisis, anuncian que este año no se comprarán libros para las bibliotecas públicas. Si García Lorca exigía en un brillante discurso libros para culturizar la República que inauguruba y cuya muerte fué la suya propia, creemos que en tiempos de crisis, con cifras dramáticas de juventud en paro, uno de los dramas más lacerantes que padecemos junto a los desahucios, la bibliotecas deberían colmar ese espacio de tiempo muerto. Habrá usuarios que recurran al libro, al periodico impreso y a la red digital, quienes se sumerjan en Wikipedia, y quienes escuchen música o divaguen por los especios cibernéticos. La cultura debe ser un bien cuidado con más mimo que tantas otras cosas en las que los Gobiernos, despilfarran en gastos superfluos que no llegan a los ciudadanos, en sueldos millonarios por no hacer nada, mientras las desigualdades sociales se incrementan. Decía Steinbeck que por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública puede medirse la cultura de un pueblo. Cierto es también que por los vacíos de las estanterías puede medirse el grado de preocupación de quienes gobiernan por el futuro ciudadano.
Y desde aquí, DESDE MI CALLE, que es la calle de todos, pido un apoyo para una biblioteca pública sin estanterías vacías.
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