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martes, 16 de julio de 2013

DESDE MI CALLE

CASTILLA Y LEON - Vacaciones mes de Junio - (2ª parte)

Un día cualquiera en Villavendimio.-
                                                                                                                                                              Oigo ruido de tractores, miro el reloj, son las 6,30 de la mañana. Me aseo, me visto para caminar, sudadera, camisa de manga corta é, imprescindible, gafas de sol.Son las 7 de la mañana, al salir de la puerta de la casa, ya el sol comienza a aparecer. Hay una brisa suave, pero aún en estas fechas algo fresca. Tomo el primer camino a la derecha a 50 mts. de mi casa, camino de tierra blanda, con algunas piedras removidas por los tractores. A la media hora de andar, ya el sol comienza a calentar. Me quedo con la sudadera únicamente. Tanto a la derecha como a la izquierda del camino las eras están sembradas, cereales, remolacha, girasoles, viñedos comenzando a perfilarse los racimos de uva; otras están en barbecho. Sobre las 9 ya el calor es fuerte, aliviado a ratos por esa brisa según los recodos del camino por donde transito. Llego a casa. Mi mujer, que ha salido sobre las 8,30 llega después mío. Ducha, desayuno (demasiado copioso, lo reconozco), y salgo a la puerta de la calle. Comienza a pasar gente para la tienda (la única del pueblo); principalmente a comprar pan, fruta, leche, patatas, es decir lo básico del día, pues en casi todas las casas hay gallinas, o conejos, o tienen huerta donde recogen tomates, pimientos, etc. con lo que apenas necesitan más para la comida del día. Para los pucheros siempre tienen a mano el embutido de los marranos, cebados y, en el invierno, hecha la matanza. El pescado o bien lo compran en el mercado de Toro, o bien a la furgoneta del pescadero que una vez a la semana pasa por el pueblo (más caro,eso sí).
Doy una vuelta por Villavendimio, saludo al alcalde (junto con sus hermanos es la empresa de albañilería del pueblo). Me acerco a ver qué trabajos están haciendo, principalmente reformas en cocheraas, fachadas, arreglo de tejados, etc. Sigo con mi recorrido visitando a varios conocidos, alguno de ellos enfermos. Paso por casa nuevamente por si hay algo que mi mujer tiene pendiente por hacer (generalmente procuro que no haya nada). A eso de las 11 de la mañana voy al "Barrero". En el barrero, una laguna que se llena con el agua de la lluvia, es una zona arbolada, con bancos donde poder sentarse a la sombra de los diversos árboles, donde hay patos a los que diaramente se les da de comer por la gente que acude allí. Alli nos reunimos 4 o 5 personas por la mañana. Como está a la entrada del pueblo, observamos los coches que pasan por la carretera. Gente de los pueblos de alrededor que vuelven a casa después de haber pasado la mañana en Toro o Zamora. Comentamos sobre los tractores que atravesando la carretera van a trabajar a las eras que están en aquella otra zona. Hablamos sobre los acontecimientos de la TV o de la radio. Pasa el tiempo, se está fenomenal, sentados a la sombra y en tan buena compañía. Sobre la 1 del mediodía se disuelve el grupo. Yo me voy a mi casa a comer, mientras los otros acuden al "Caño" que está en el otro lado del pueblo y donde se reunen la gente, mayormente de edad avanzada, y discuten, critican, hablan sobre los problemas de la zona. Hay un dicho en Villavendimio que dice que !Si en el caño no se resuelve un problema, es que éste es irresoluto!
Después de comer, es obligatorio ir al bar (el único que existe) a tomar un café. Acuden tanto gente jubilada como labradores antes de comenzar la jornada de la tarde. Se juega al dominó. Son partidas a "cara de perro" y donde, a veces, se levanta el tono de la voz.
Después del café, y mientras mi mujer anda con las faenas del fregado y ve un rato la televisión, yo salgo a dar un corto paseo. Normalmente doy la llamada allí "vuelta al tejadillo". Es un recorrido corto, de 40 a 45 minutos. Después de llegar a casa, saco una silla a la puerta de la casa, y al resguardo del sol, me pongo a leer alguno de los libros que siempre pongo dentro de la maleta de viaje. Al estar a la puerta de la casa, con las eras enfrente, normalmente para algún conocido y charlamos un poco. He de decir que mientras yo leo, mi mujer aprovecha para tomar el sol y poder lucir el moreno al volver de vacaciones. 
Llega las 7 de la tarde, hora en que ambos nos vamos al bar. Es la hora de tomar una cerveza fresca. La reunión allí es con otras personas, algunas jubiladas, otras que han acabado el trabajo. También es la hora en que hablammos y discutimos, a veces, sobre la situación política, tanto en la provincia como en el resto de pais. Llega más gente, y la conversación se diversifica. Se habla sobre los problemas que han tenido en el trabajo, sobre si tal cual era es más productiva con este u otro sembrado.
Dan las 9 de la tarde y la gente poco a poco se va retirando a su casa. Nosotros hacemos lo mismo. Llegamos, cenamos, más bien frugalmente, y nuevamente sacamos las sillas y salimos a la puerta de la calle. Es costumbre pasar un rato al "fresco", y reunirse varias personas y hablar y hablar. Las mujeres de sus cosas, los hombres, solemos ser menos en número, de lo nuestro.
Ha llegado la hora de acostarme. Mañana hay que madrugar para salir otra vez a pasear por los caminos rurales.
Así acabo un día colmado de acontecimientos grandes y pequeños.

Lo escribo ya DESDE MI CALLE, que nuevamente es la calle de todos.