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miércoles, 8 de mayo de 2013

DESDE MI CALLE


 MUJERES AISLADAS POR LA TECNOLOGIA MODERNA.

Viven a tiro de piedra de mi pueblo. Habitan un caserio ellas solas. Entre las 3 suman más de 240 años. Palabras como iPhone, Blackberry o WhatsApp les suenan a nada, a insulto acaso. No cuentan para nadie, sólo para quien mes a mes (religiosamente hasta ahora, pero ya veremos) les ingresa su pensión. La Administración las desprecia, no las tiene en cuenta. No son capaces de hacer una gestión administrativa sin el apoyo de sus hijos, de sus nietos - solo le podemos facilitar el documento a través del móvil -; las nuevas tecnologías las han inhabilitado, el mundo no está hecho para ellas ni para más de un tercio de la población que viven en otra onda o se dedican a mirar las mariposas en vez de inventarse un personaje en las redes sociales. Hacer viajes largos, imposible. El mundo está hecho para los jóvenes, aunque no tengan trabajo. Una parte considerable de gentes ( de mediana edad) es invisible. Por ahí hay muchos seres desaparecidos que se dedican a sostener a los demás, pero sin que se les note. Generaciones marginadas a las que se les acusa , como si ellas hubieran hecho algo malo, aunque lo único que hicieron fué trabajar.

Begoña, Anuncia é Hilaria notan cada día sobre sus huesos el paso cotidiano del tiempo. La vida desgasta y hace mella. Saben que la leña es imprescindible en invierno, que hay que sumar siempre y mirar hacia adelante. Sienten. Las tres hace nada se pusieron a la tarea. Como sus hijos y familliares, muy listos, muy preparados para la vida moderna, son incapaces de matar un pollo (para eso no hay ningún curso), pues nada. Cuatro, de un tacada, cuatro gallos sacrificaron al estilo tradicional. O sea (y esto no lo lean los sensibles, por Dios) con el certero corte en el cráneo, justo detrás de la oreja, para que el sangrado sea "limpio".

Vivimos en un mundo tan lineal como injusto, hecho a la medida de los que imponen la tendencia, o sea los que están conducidos por el comsumo y todo lo, mucho, que se esconde detrás. Aprender hoy en día es besar la uniformidad, beber en el río que arrastra todo; dejar que el agua de los manantiales se vaya al limbo, mirar sin ver. Y marginar a quienes como Begoña, Anuncia é Hilaria saben y se atreven a matar un gallo. (Por dios, qué asco, si el pollo ya viene asado)

Lo oí comentar a una de esas tres mujeres DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.