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jueves, 13 de febrero de 2014

DESDE MI CALLE


HABLAR CON LA GENTE

Hablar con la gente, si..Pero, ¿con qué gente? No es lo mismo hablar con maestros que con discípulos, con padres que con hijos, con amigos que con enemigos, con gobernantes que con gobernados, con un público amplio que con un público reducido. Todos tenemos oidos para oir, labios para hablar, pero lo que no nos hace sordos ni mudos es pensar en que todo lo que tenemos que oir o escuchar tiene que venir de fuera. Lo peligroso no está en el exterior. Lo que verdaderamente hace daño es lo que sale de dentro de nosotros mismos.

Si hablamos con los discípulos, los hijos, los gobernados, debemos saber que es a ellos a los que nos dirigimos. No hay que pasar por alto el lugar donde lo hacemos: en casa, en el aula, en los medios de comunicación. Tengamos cuidado con que las confidencias no sean maledicentes, porque eso sí, lo que sale del corazón puede hacer daño a las personas. Saca a la luz los malos propósitos, codicias, injusticias, fraudes, envidias, difamaciones, orgullo, soberbia.

Para acabar esta reflexión, un mal cuento: "Dicen que una maestra pidió a los niños de la clase que dibujaran en un folio el arma más destructiva que conocían. Los niños se pusieron a dibujar aviones, bombas, torpedos, metralletas.... Todos menos una niña que se puso a dibujar un corazón. Cuando lo vió la maestra se acercó a ella con cuidado para preguntarle si había entendido lo que tenían que hacer. Claro que he entendido dijo la niña. Y por qué dibujas eso, quiso saber la maestra. Espere a que lo pinte de negro dijo la niña. Un corazón negro es el arma más destructiva que existe".

Es por eso que debemos de saber a qué gente nos dirigimos y tener cuidado, pues puede que su corazón esté pintado en negro, como el dibujo de esa niña. 

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.