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jueves, 22 de agosto de 2013

DESDE MI CALLE

AMISTAD Y POLITICA




Tengo pocos amigos é innumerables conocidos. No tengo amantes ni queridas. Y si las hubiere, tampoco las presentaría en sociedad. Es feo hablar de amor con quien no ama. Es hermoso hacer el amor a quien te ama.

Echo de menos un amigo del alma ocupando cargo político. Un compañero de la infancia, un cómplice de canteas, rescates, partidos de fútbol y guateques, que tuviese mando en plaza. Y este ataque de sinceridad nada tiene que ver con el neopotismo, con sacar provecho económico de la amistad, más bien por comprobar cómo cambia la persona cuando deja su profesión, si la tuviere, a cualquier puesto de la administración pública. Carezco de pruebas para asegurar que Fulano de Tal, senador durante dos legislaturas, se ha convertido en Zutano de Cual desde que ocupa sillón en la Cámara Alta. Ahora bien, intuyo que, tal cual se gobierna la política interna de los partidos, si quieres mantener el tipo, la primera obligación contigo mismo, es no fiarte de nadie, aún menos del que te abraza, estrecha entre sus brazos y te loa sin venir a cuento: !"Cumbre, presidente"! !"Genial, ministra"! Sin duda el enemigo habita en tu propio partido. El tumor siempre devora tus órganos vitales, nunca los de tu hermano, madre o padre.

Conozco a una persona, que lleva un tiempo dedicada a la política, pero que pudiera vivir, como ya lo demostró, sin la res pública (eso si, perdería cierta dosis de vanidad), con la que siempre, sin saber por qué, mantuve una relación de sinceridad como si se tratase de un amigo del alma, de la infancia. Yo creo (raro en mí) en esa persona, aunque sus acciones políticas me hayan llegado a disgustar y sus "amistades" me resultasen antiestéticas y amorales. Se dijo: "Por sus hechos los conoceréis". Si el aserto responde a la verdad, convencido estoy de que es buena gente, mejor que yo, que casi nunca ha hecho nada por nadie. Entonces, quién soy yo para juzgar al político. No puedo lanzar la última piedra sobre la cabeza de ese ser humano.

Confieso no obstante, que me habría gustado ser su amigo antes de que mordiese la manzana de la política.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.