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martes, 26 de febrero de 2013
DESDE MI CALLE
LLEGA EL CIRCO
In illo tempore en las fiestas de los pueblos, también en las ciudades, una de las diversiones en que participaba la famiia entera, solía ser acudir al CIRCO. Previamente se solía anunciar las jornadas con sus horarios correspondientes de las funciones. Para los niños, sesión infantil, se reservaban las primeras horas de la tarde. El CIRCO se solía instalar bien en el lugar de la feria festiva reservada para tales eventos, bien en recintos cerrados, pabellones deportivos o bien recintos adecuados para esos fines.
Eran muchos los CIRCOS que transitaban por la geografía hispánica: "El Circo Americano" "Los Hermanos Tonetti", "El Circo de Moscú", "El Circo Price", etc. Atraían a mucha gente. Las colas delante de las taquillas era enormes. Se llenaba la carpa, o el recinto. En todos ellos amenizaba una orquesta que animaba a los espectadores, hacía que los niños temblasen de emoción mientras esperaban el comienzo. Por fin, redoble de tambores, y se abre el telón compareciendo el jefe de pista, vestido con sus mejores galas, anunciando cada una de las actuaciones. Aparecían los equilibristas, los prestigitadores, los domadores con los leones, elefantes, osos, los trapecistas, etc. La concurrencia aplaude entusiasmada, esperando uno de los números más deseados: los payasos. Fueron muchos los famosos: Charlie Rivel, Los hermanos Tonetti, Los payasos de la tele, y otros muchísimos más. Además de su propio repertorio solían imitarles a otros del cine, Charlot principalmente, o Cantinflas, o.. etc. Pero hubo uno que nos cautivó a todos: James Stewart en la película El Mayor Espectáculo del Mundo. Aún recuerdo sus lágrimas en aquella preciosa escena.
Hace unos días, también a Madrid llegó el CIRCO. No se instaló en el Price. Fué en el Congreso de los Diputados. A pesar de que fué anunciado a bombo y platillos por todos los medios de comunicación, la entrada fué prohibida para el vulgo. A pesar de que en la puerta del recinto estaba el anuncio de la función: El Debate sobre el estado de la Nación, no abrieron las taquillas. Sólo los invitados, es decir los llamados diputados. Estos ocuparon los asientos reservados a ellos. Una mayoría de ellos estaban alegres, impacientes por que la función comenzase, les llaman "los diputados del partido que sustenta al gobierno". En el otro lado, y dispersos y con caras menos algeres, pero igualmente nerviosos, estaban el resto, les llaman "los diputados de la oposición". No hay orquesta, en su lugar, e igualmente haciendo su trabajo antes de que comience la función, están los periodistas, con sus tabletas y ordenadores para contar en tiempo real las actuaciones, los fotógrafos, cámaras de televisión y demás.
Comienza la función ocupando solemnemnte su asiento el jefe de pista, al que le llaman Presidente de la Cámara. Salen los artistas. En primer lugar el arrtista cabeza de cartel, le llaman "Jefe del Gobierno". Su actuación es larga, dura toda la mañana, y la cara de la mayoria de los asistentes es de aburrimiento. Durante toda la tarde y la mañana del día siguiente, se suceden las actuaciones de los otros artistas. Han pasado payasos, equilibristas, domadores de fieras, funambulistas, trapecistas, eso sí con red por si se caían, etc.
Cuánto se echó en falta a los Tonetti, a Fofó, a Miliki, a Pinito del Oro. Ellos nos hacían vibrar, emocionaban a toda la familia. Los de ahora, nos hacen llorar, pero no de emoción sino de rabia, de indignación, de asco. No nos divierten sino que por el contrario, les rechazamos y les pedimos que nos dejen vivir dignamente como ciudadanos que tienen sus derechos.
Tengo nostalgia de aquel CIRCO de antaño, y sobre todo de la inexistencia de los James Stewart, DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.
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