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martes, 19 de marzo de 2013
DESDE MI CALLE
DEBAJO DEL COLCHON
No salimos de una y ya estamos metidos en otra. Y todo por culpa de los escándalos protagonizados por políticos y entidades financieras. Entre ellos se lo guisan y entre ellos se los comen. Para los demás ni las migajas. Epulón era un poco más generoso que todas las entidades que se niegan a conceder créditos para que las pequeñas y medianas empresas puedan subsistir y que para el resto de ciudadanos, provengan del ámbito que provengan, puedan acceder a la necesaria solvencia que les salve la vida. Hablo de un crédito razonable y no de aquellos créditos monstruosos que en tiempos de bonanza los propios bancarios, siguiendo órdenes, te metían por los ojos hasta materializarlos en forma de préstamos que, si lo pensamos bien, eran, como ha quedado demostrado, indevolvibles, vamos que no se podían ni se pueden devolver por sí sólos y menos con los intereses pertinentes.
Hay una forma de castigar a las entidades bancarias que se niegan a conceder créditos. Una forma que data de antiguo y que es segura: "Meter los ahorros debajo del colchón". En otro tiempo ya lejano hubo quien amontonaba los ahorros en lugar tan peculiar; incluso en "orinales en desuso" y en "sobrados y desvanes", donde más de un baul acumulaba billetes y monedas, algunas de oro.
Para lo esmirriado de los intereses que por nuestros ahorros nos dan bancos y cajas, lo mejor que podemos hacer es mantenerlos a salvo de su avaricia que a miles de ciudadanos , a través del engaño de las preferentes y otras preferencias, les ha llevado a perder lo poco o mucho que tenían. Si lo hubieran tenido debajo del colchón, con éso que contarían ahora, porque, demostrado está, con quienes no se puede contar es con bancos y cajas, porque cuando menos te lo esperas "salta la liebre".
¿Habrá que volver nuevamente al viejo colchón de lana?
Lo pienso DESDE MI CALLE, que es la calle de todos.
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No está más recordarlo.
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