DESDE MI CALLE

MR. POTATO

Lo de crear un mundo en una semana, admitámoslo, fué un buen golpe de efecto. La jornada de descanso, más que merecida. Pero una cosa es echarse una cabezadita el día libre y otra no pegar ni golpe en toda la eternidad. El Departamento de I+D celestial debería ponerse las pilas, pues los androides no paran de reinventarse y los seres humanos, desde que perdimos la pelambrera, apenas hemos evolucionado.

No sé, ahí arriba podrían mirarse, por ejemplo, en la versatilidad de la industria juguetera y crearnos a imagen y semejanza de Mr. Potato para que cada uno eligiera los ojos, la nariz y el bisoñé a su gusto. Lo que no puede ser es que acaben de lanzar la Barbie exploradora en Marte, con su escafranda y su mochila espacial chachi piruli, y el hombre siga viniendo de serie con lo puesto. Y sin opción a cambiarlo, porque nadie se preocupa de innovar un poco y que los pechos y el miembro viril sean, por poner un ejemplo, desenroscables para optar a cambiar de calibre sin necesidad de pasar por el quirófano. Así nos arreglaríamos esos inquietantes artilugios que prometen estirarle el pirulo incluso al hombre menguante. Que seguro que es que no, pero a ver quién es el guapo que reclama. También tendría su punto que la barriga se destapara para parir sin dolor como las muñecas embarazadas.

Pensándolo bien, algunos ejemplares de la especie humana sí que han evolucionado. Pero a peor. Tienen la cara más dura. Y las manos muy largas.

DESDE MI CALLE, que es la calle de todos, y mucho más este fin de fiestas en mi pueblo.