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miércoles, 21 de mayo de 2014
DESDE MI CALLE
PAZ, RELIGION Y TOLERANCIA
¿Cuántas veces la religión ha sido causa de odio y de enfrentamiento entre los seres humanos? Las terribles experiencias negativas del pasado (y en algunas partes, del presente) y un progresivo descubrimiento de “lo humano” como criterio de convivencia nos han ido haciendo cada vez más conscientes del valor de la tolerancia.
¿Qué significa, propiamente, la palabra “tolerancia”? El diccionario la define así: “Respeto o consideración hacia las opiniones y prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras”. Es probable que a más de uno esta definición se le antoje demasiado pobre, pero, ofrece lo esencial. Tolerancia significa, pues, respeto hacia lo diferente.
¿Es este el grado máximo al que puede aspirar una sociedad? Por desgracia, en muchos casos de violencia crónica o de exclusiones, sí. Sin embargo, la tolerancia no es un fin sino un presupuesto indispensable para llegar más lejos, para abrirnos a un diálogo en el que podamos acoger la verdad desde nuestras diferentes perspectivas y, a partir de esa verdad, seamos más libres, más humanos.
A veces, la tolerancia actual de nuestras sociedades, la defensa a ultranza del “todo vale”, no es fruto del respeto al otro (y, por lo tanto, del amor) sino sólo del miedo a entrar en nuestro fondo oscuro y del deseo de que, dejando a los demás en su situación, nos dejen a nosotros en la nuestra.
Quizá nunca como en los últimos años ha sido tan intenso, tan global, el deseo de paz en nuestro mundo. Existen instituciones de todo tipo dedicadas a trabajar por la paz. ¿Por qué es tan intenso este anhelo? ¿Por qué se ha producido esta enorme ola mundial? ¿A qué responde? ¿Cómo se entiende la paz? Es tan enorme el caudal de propuestas que no sabría encontrar respuestas acertadas a estas preguntas.
Hoy nos sentimos protagonistas de la lucha por la paz. Multiplicamos las manifestaciones, enarbolamos pancartas, inundamos internet de “sitios pacifistas” ... Todo esto es síntoma de un anhelo profundo, humano, pero ¿es éste el camino hacia la paz? Al mismo tiempo que luchamos por conseguirla, ¿nos esforzamos por acogerla? A menudo, nuestro concepto de paz equivale a ausencia de conflictos, a tranquilidad. Esta paz de “fin de semana tumbados en la arena” no es la que deberíamos buscar. La verdadera PAZ tiene que ser una realidad que va más allá de la ausencia de guerra: implica una forma de entender la vida como servicio, como ayuda a los necesitados. Una PAZ como auténtica relación con los demás.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
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Amigo Miguel Ángel, la paz es en sí un valor incalculable, pero por desgracia, fijate como está el mundo...no existe.
ResponderEliminarCuantas luchas y vidas truncadas innecesariamente.
Un abrazo
Amigo Miguel, ahora si he leido tu mensaje sobre la paz, deberíamos trabajar todos en esa dirección, pero, a día de hoy, está sobradamente demostrado que la paz es una utopía, es inalcanzable por el género humano; el género humano desde la "Creación", siempre ha estado sometido a cualquier clase de conflicto con tal de conquistar o poseer el poder, el poder territorial, económico y social.
ResponderEliminar¿Llegaremos algún día a darnos cuenta, de que la avaricia y soberbia no traen la felicidad?, porque es la ausencia total del "amor", y sin amor, no puede haber paz, ni tolerancia. Sobre el asunto de la religión, tengo mis dudas sobre la eficacia en la paz en el mundo; debería contribuir a ello, pero es sobradamente conocido que, se han proclamado guerras, sembrando el odio y la muerte en nombre de Dios.
Un abrazo.