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miércoles, 16 de julio de 2014

DESDE MI CALLE


A veces hablamos como verdaderos colgados del dinero ajeno, y nos cabreamos cuando el que nos presta la pasta quiere cerrar el grifo y nos dice que no, que ya está bien, que así no se puede seguir. Esa es la impresión que tengo cuando escucho por ahí que el Estado desea colocar (es decir pedir prestado a inversores)  lo que sea para mantener servicios servicios públicos, las pensiones, el estado del bienestar y demás partidas presupuestarias que todos tenemos por necesarias. 

Naturalmente eso hay que, o bien a corto, mediano o largo plazo, pagar a esos inversores que de esa manera se convierten en nuestros acreedores. Ciertamente, que. como todo hijo de vecino, si no se cumple con las obligaciones de pago en los plazos acordados, más temprano que tarde, nos daremos de bruces con que los prestamistas vendrán con el garrote a por lo suyo. Y entonces diremos que son unos canallas, eludiendo nuestras responsabilidades. 

Hablemos de lo que sucede en este paìs llamado España, y de su actual Gobiermo. ¿ Qué ocurriría si nos pusiéramos por un momento en el lugar de los que prestan el dinero? A lo mejor ya no lo veríamos tan claro. Pero eso no es lo peor. Lo peor no es lamentarse por la enorme deuda que arrastra el país. es preguntarse dónde ha ido a parar ese dinero, porque todo el que pide prestado tiene que emplear el capital en aumentar su producción y aumentar su rendimiento por encima del tipo de interés, es decir, por encima del coste del dinero. 

¿Y hemos conseguido aumentar la producción estos años de manera que podamos devolver ese incremento de deuda? En absoluto. Nuestro PIB ha bajado entre un diez y un veinte por ciento, o incluso más, dependiendo de si nos creemos o no las cifras oficiales. ¿Hemos conseguido, con ese dinero, que haya más empleo? Para nada. Hay varios millones más de parados. ¿Hemos logrado, al menos, que los ciudadanos reciban un mejor servicio o que mejore la productividad del país? Ni de lejos. Además de pedir prestado nos hemos comido los recortes. 

¿Entonces qué puñetas ha pasado aquí? ¿Dónde está todo ese dinero que hemos pedido prestado y que alguien tendrá que devolver, de una manera u otra, en el futuro? Se ha empleado en subvencionar sectores improductivos, mantener en pie a muertos vivientes como la banca pública  y sostener el aparato administrativo del Estado. 

Visto así, ¿qué van a pensar de nosotros los que nos prestan? ¿Qué piensan ya? 

España está a cinco segundos del desastre: los cinco segundos que tarda Mario Draghi en decir que, de momento, el Banco Central Europeo, no va a comprar más deuda pública. 

O sea que al tanto...

DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos

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