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lunes, 8 de febrero de 2016

DESDE MI CALLE



LA NUEVA POLITICA EN EL NUEVO SIGLO


Los siglos no suelen morir con el siglo. Se dice por ejemplo, que el siglo XIX no terminó hasta el "crash" bursátil de 1929 que sumió a los EE UU en la Gran Depresión. Antes de ése desastre hubo un par de décadas, "los felices años 20", en los que cundió la ilusión de que ningún gran cambio podía entorpecer el sueño próspero de los cuatro ricachones de siempre.

Ahora está costando asumir que hemos entrado en el siglo XXI y que en él casan mal las herencias del siglo XX, que fué el siglo de las guerras en su primera mitad, y el siglo, en la segundad, en que se degradaron los usos democráticos, hasta convertirlos en una caricatura.

Nos hallamos en esos momentos históricos confusos, incluso convulsos, en que lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer. Sólo hay que fijarse en cómo han sido recibidos los nuevos diputados de Podemos por la vieja política de PP y del PSOE, he incluso Ciudadanos. La incomprensión ha sido absoluta. La incapacidad para aceptar los nuevo, lo diferente, el aroma a calle, no ha podido quedar más de manifiesto. Todo ese magma político de lo viejo, al que se ha sumado lo peor de sus terminales mediáticas, ha aullado ante lo nuevo: qué asco los jóvenes, qué horror su vestimenta, que desvergüenza no prometer como autómatas trajeados, qué inmadurez no unirse al pacto habitual de reparto de sillas.

Para los partidos viejos el peligro son los nuevos y jóvenes partidos, y, en especial, Podemos y lo que representa Podemos: una forma diferente de entender la política en la que ellos dificílmente tendrán cabida, porque son imposibles de reciclar. La casta política que llevamos aguantando tantas décadas es puro siglo XX: sin principios, amoral, ajena a la gente a la que debería representar. Y estamos en el siglo XXI. El siglo en el que toca reinventar la política y rescatarla de las pringosas manos de quienes la han puesto al servicio de los poderes económicos. Se entiende que éstos estén muy nerviosos. Y que azucen a los políticos viejos para que traten de exterminar a los nuevos.

Lo malo para ellos es que la historia carece de marcha atras.

DESDE MI CALLE, que también en éste siglo XXI, sigue siendo la calle de todos.

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