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jueves, 31 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA




San Hugo,
   Obispo
(año 1132)


San Hugo nació en Francia en el año 1052. Su padre Odilón, que se había casado dos veces, al quedar viudo por segunda vez se hizo monje cartujo y murió en el convento a la edad de cien años, teniendo el consuelo de que su hijo que ya era obispo, le aplicara los últimos sacramentos y le ayudara a bien morir.

A los 28 años nuestro santo ya era instruido en ciencias eclesiásticas y tan agradable en su trato y de tan excelente conducta que su obispo lo llevó como secretario a una reunión de obispos que se celebraba en Avignon en el año 1080 para tratar de poner remedio a los desórdenes que había en la diócesis de Grenoble. Allá en esa reunión o Sínodo, los obispos opinaron que el más adaptado para poner orden en Grenoble era el joven Hugo y le propusieron que se hiciera ordenar de sacerdote porque era un laico. El se oponía porque era muy tímido y porque se creía indigno, pero el Delegado del Sumo Pontífice logró convencerlo y le confirió la ordenación sacerdotal. Luego se lo llevó a Roma para que el Papa Gregorio VII lo ordenara de obispo.

En Roma el Pontífice lo recibió muy amablemente. Hugo le consultó acerca de las dos cosas que más le preocupaban: su timidez y convicción de que no era digno de ser obispo, y las tentaciones terribles de malos pensamientos que lo asaltaban muchas veces. El Pontífice lo animó diciéndole que "cuando Dios da un cargo o una responsabilidad, se compromete a darle a la persona las gracias o ayudas que necesita para lograr cumplir bien con esa obligación", y que los pensamientos aunque lleguen por montones a la cabeza, con tal de que no se consientan ni se dejen estar con gusto en nuestro cerebro, no son pecado ni quitan la amistad con Dios.

Gregorio VII ordenó de obispo al joven Hugo que sólo tenía 28 años, y lo envió a dirigir la diócesis de Grenoble, en Francia. Allá estará de obispo por 50 años, aunque renunciará el cargo ante 5 Pontífices, pero ninguno le aceptará la renuncia.

Al llegar a Grenoble encontró que la situación de su diócesis era desastrosa y quedó aterrado ante los desórdenes que allí se cometían. Los cargos eclesiásticos se concedían a quien pagaba más dinero (Simonía se llama este pecado). Los sacerdotes no se preocupaban por cumplir buen su celibato. Los laicos se habían apoderado de los bienes de la Iglesia. En el obispado no había ni siquiera con qué pagar a los empleados. Al pueblo no se le instruía casi en religión y la ignorancia era total.

Por varios años se dedicó a combatir valientemente todos estos abusos. Y aunque se echó en contra la enemistad de muchos que deseaban seguir por el camino de la maldad, sin embargo la mayoría acepto sus recomendaciones y el cambio fue total y admirable. El dedicaba largas horas a la oración y a la meditación y recorría su diócesis de parroquia en parroquia corrigiendo abusos y enseñando cómo obrar el bien.

Todos veían con admiración los cambios tan importantes en la ciudad, en los pueblos y en los campos desde que Hugo era obispo. El único que parecía no darse cuenta de todos estos éxitos era él mismo. Por eso, creyéndose un inepto y un inútil para este cargo, se fue a un convento a rezar y a hacer penitencia. Pero el Sumo Pontífice Gregorio VII, que lo necesitaba muchísimo para que le ayudara a volver más fervorosa a la gente, lo llamó paternalmente y lo hizo retornar otra vez a su diócesis a seguir siendo obispo. Al volver del convento parecía como Moisés cuando volvió del Monte Sinaí que llegaba lleno de resplandores. Las gentes notaron que ahora llegaba más santo, más elocuente predicador y más fervoroso en todo.

Un día llegó San Bruno con 6 amigos a pedirle a San Hugo que les concediera un sitio donde fundar un convento de gran rigidez, para los que quisieran hacerse santos a base de oración, silencio, ayunos, estudio y meditación. El santo obispo les dio un sitio llamado Cartuja, y allí en esas tierras desiertas y apartadas fue fundada la Orden de los Cartujos, donde el silencio es perpetuo (hablan el domingo de Pascua) y donde el ayuno, la mortificación y la oración llevan a sus religiosos a una gran santidad.

Se dice que al construir la casa para los Cartujos no se encontraba agua por ninguna parte. Y que San Hugo con una gran fe, recordando que cuando Moisés golpeó la roca, de ella brotó agua en abundancia, se dedicó a cavar el suelo con mucha fe y oración y obtuvo que brotara una fuente de agua que abasteció a todo el gran convento.

En adelante San Bruno fue el director espiritual del obispo Hugo, hasta el final de su vida. Y se cumplió lo que dice el Libro de los Proverbios: "Triunfa quien pide consejo a los sabios y acepta sus correcciones". A veces se retiraba de su diócesis para dedicarse en el convento a orar, a meditar y a hacer penitencia en medio de aquel gran silencio, donde según sus propias palabras "Nadie habla si no es para cosas extremadamente graves, y lo demás se lo comunican por señas, con una seriedad y un respeto tan grandes, que mueven a admiración". Para San Hugo sus días en la Cartuja eran como un oasis en medio del desierto de este mundo corrompido y corruptor, pero cuando ya llevaba varios días allí, su director San Bruno le avisaba que Dios lo quería al frente de su diócesis, y tenía que volverse otra vez a su ciudad.

Los sacerdotes más fervorosos y el pueblo humilde aceptaban con muy buena voluntad las órdenes y consejos del Santo obispo. Pero los relajados, y sobre todo muchos altos empleados del gobierno que sentían que con este Monseñor no tenían toda la libertad para pecar, se le opusieron fuertemente y se esforzaron por hacerlo sufrir todo lo que pudieron. El callaba y soportaba todo con paciencia por amor a Dios. Y a los sufrimientos que le proporcionaban los enemigos de la santidad se le unían las enfermedades. Trastornos gástricos que le producían dolores y le impedían digerir los alimentos. Un dolor de cabeza continuo por más de 40 años (que no lo sabían sino su médico y su director espiritual y que nadie podía sospechar porque su semblante era siempre alegre y de buen humor). Y el martirio de los malos pensamientos que como moscas inoportunas lo rodearon toda su vida haciéndolo sufrir muchísimo, pero sin lograr que los consintiera o los admitiera con gusto en su cerebro.

Varias veces fue a Roma a visitar al Papa y a rogarle que le quitara aquel oficio de obispo porque no se creía digno. Pero ni Gregorio VII, ni Urbano II, ni Pascual II, ni Inocencio II, quisieron aceptarle su renuncia porque sabían que era un gran apóstol y que si se creía indigno, ello se debía más a su humildad, que a que en realidad no estuviera cumpliendo bien sus oficios de obispo. Cuando ya muy anciano le pidió al Papa Honorio II que lo librara de aquel cargo porque estaba muy viejo, débil y enfermo, el Sumo Pontífice le respondió: "Prefiero de obispo a Hugo, viejo, débil y enfermo, antes que a otro que esté lleno de juventud y de salud".

Era un gran orador, y como rezaba mucho antes de predicar, sus sermones conmovían profundamente a sus oyentes. Era muy frecuente que en medio de sus sermones, grandes pecadores empezaran a llorar a grito entero y a suplicar a grandes voces que el Señor Dios les perdonara sus pecados. Sus sermones obtenían numerosas conversiones.

Tenía gran horror a la calumnia y a la murmuración. Cuando escuchaba hablar contra otros exclamaba asustado: "Yo creo que eso no es así". Y no aceptaba quejas contra nadie si no estaban muy bien comprobadas.

Una vez, cuando por un larguísimo verano hubo una enorme carestía y gran escasez de alimentos, vendió el cáliz de oro que tenía y todos los objetos de especial valor que había en su casa y con ese dinero compró alimentos para los pobres. Y muchos ricos siguieron su ejemplo y vendieron sus joyas y así lograron conseguir comida para la gente que se moría de hambre.

Al final de su vida la artritis le producía dolores inmensos y continuos pero nadie se daba cuenta de que estaba sufriendo, porque sabía colocar una muralla de sonrisas para que nadie supiera los dolores que estaba padeciendo por amor a Dios y salvación de las almas.
Un día al verlo llorar por sus pecados le dijo un hombre: "- Padre, ¿por qué llora, si jamás ha cometido un pecado deliberado y plenamente aceptado?- ". Y él le respondió: "El Señor Dios encuentra manchas hasta en sus propios ángeles. Y yo quiero decirle con el salmista: "Señor, perdóname aun de aquellos pecados de los cuales yo no me he dado cuenta y no recuerdo".

Poco antes de su muerte perdió la memoria y lo único que recordaba eran los Salmos y el Padrenuestro. Y pasaba sus días repitiendo salmos y rezando padresnuestros…

Murió cuando estaba para cumplir los 80 años, el 1 de abril de 1132. El Papa Inocencio II lo declaró santo, dos años después de su muerte.

MUSICA Selena No me queda mas

miércoles, 30 de marzo de 2016

MUSICA Coldplay - Viva La Vida

PASTORAL: SANTO DEL DIA



Mártir
El rey Yezdigerd, hijo de Sapor II puso fin a la cruel persecución de los cristianos que había sido llevado al cabo en Persia durante el reinado de su padre. Sin embargo, el obispo Abdas con un celo mal entendido incendio el Pireo o templo del fuego, principal objeto del culto de los persas. El rey amenazó con destruir todas las iglesias de los cristianos, a menos que el obispo reconstruyera el templo, pero éste se rehusó a hacerlo; el rey lo mandó a matar e inició una persecución general que duró 40 años.

Uno de los primeros mártires fue Benjamín, diácono. Después de que fuera golpeado, estuvo encarcelado durante un año, pero obtuvo su libertad gracias al embajador del Constantinopla y prometiendo bajo su responsabilidad que el santo se abstendría de hablar acerca de su religión. 

Sin embargo, Benjamín declaró que él no podía cumplir tal condición y, no perdió la oportunidad de predicar el Evangelio. Fue de nuevo aprehendido y llevado ante el rey, quien lo sometió a crueles torturas, siendo luego decapitado.


martes, 29 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA





SAN ZÓSIMo
Obispo de Siracusa
S. ZOSIMO (417-418) Griego. Fue elegido por señalación de Inocencio. Su pontificado fue breve y atormentado, debido a la herejía pelagiana que había seguido difunidiéndose.

Este papa pecó de ingenuidad, rehabilitando una primera vez al pelagiano Celestio, que había sido condenado por S. Agustín y por los obispos africanos en el concilio de Cartago. Se mantuvo firme en su posición hasta que un nuevo concilio decretó la misma condena.

Ahí Zósimo, con una carta llamada "Tractoria" tomó una postura, condenó el pelagianismo, y defino el dogma del pecado original, indicando en la gracia divina el único medio para la salvación espiritual.

Otra equivocación la cometió cuando estableció que los sacerdotes y los diáconos excomulgados por los obispos africanos podían acudir a Roma o bien a las iglesias cercanas para ser juzgados y rehabilitados. Una disposición que fue considerada una indebida ingerencia en campo disciplinario. No hubo secuelas, gracias a la actitud conciliadora de los obispos africanos que no levantaron ningún problema.

Su cuerpo es conservado en la iglesia romana de S. Lorenzo Extramuros.

lunes, 28 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA

SANTOS JONAS Y BARAQUICIOMártires



Sapor, rey de Persia, emprendió una recia persecución contra los cristianos. Jonás y Barraquicio, dos monjes de Beth-Iasa, sabiendo que varios cristianos estaban sentenciados a muerte fueron a alentarlos y servirlos. Después de la ejecución, los dos santos fueron aprehendidos por haber exhortado los mártires a perseverar hasta morir.

El rey empezó instando a los dos hermanos y urgiéndoles a que obedecieran al monarca persa y que adoraran al sol. Ellos se mantuvieron fieles en su fe a Cristo, por lo que Barraquicio fue arrojado a un estrecho calabazo, mientras que Jonás se le ordenó a adorar a los dioses, pero ante su negativa fue azotado y arrojado a un estanque de agua helada. 

Posteriormente, Jonás fue atormentado con muchas torturas, para después ser prensado en un molino de madera hasta provocarle la muerte. Los jueces le aconsejaron a Barraquicio que salvara su propio cuerpo, pero el santo jamás renegó su fe; fue entonces sujeto de nuevo a tormentos y finalmente se le dio muerte, vertiéndoles pez y azufre ardientes en la boca.



domingo, 27 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA




Beato Enrique Susso
          Religioso


Nació en 1296 en Suabia, Alemania

A los 15 años fue admitido como religioso en el convento de los Padres Dominicos en Constanza. Su apellido era Von Berg, pero como su padre era descuidado borrachín y en cambio la mamá era una santa, el joven tomó el apellido materno que era Susso.

En la comunidad encontró como profesor un místico muy famoso que influyó en él de manera inmensa. Era el Padre Eckart, cuyos consejos seguían muchas personas con gran entusiasmo. Enrique decía: "El Padre Eckart demuestra tan gran sabiduría que parece como si Dios no le hubiera ocultado nada".

Los datos que vamos a narrar enseguida están extraídos de la "Autobiografía" del propio Enrique Susso.

Los primeros años de religioso no fue muy fervoroso, pero luego un día empezó a oír continuamente este mandato: "Renuncie a todo lo que no lo ayude a conseguir la santidad". Y se repetía tan frecuentemente este mandato en su mente que se propuso empezar una vida espiritual verdaderamente seria.

El demonio intentó disuadirlo y desanimarlo con consideraciones de prudencia humana, haciéndole ver que esa conversión era demasiado rápida y que no sería capaz de perseverar en el bien. El se dedicó a pedir a Dios la sabiduría celestial. Y repetía las palabras del libro de la Sabiduría: "Señor, envíame la sabiduría que procede de tu trono. Tú sabes que soy muy joven, sin experiencia y de pocos años. Pero si Tú me mandas la sabiduría podré perseverar". Y pedía al Espíritu Santo el don de Consejo y la virtud de la prudencia, y así logro perseverar. En adelante durante toda su vida será un admirador constante de la Sabiduría Eterna, y recomendará a sus discípulos el pedir mucho a Dios el don de la sabiduría. Y les repetía las palabras del Libro Santo: "Sabiendo que no tendría la sabiduría si Dios no me la concedía, me dediqué a pedirla en oración, y me fue concedida".

Su amor a la Virgen María era inmenso y predicaba constantemente su devoción.

Publicó el libro titulado "Sabiduría Eterna", el cual fue sumamente famoso y muy popular por varios siglos.

Al principio de su conversión, creyó Enrique que debía dedicarse a mortificaciones muy fuertes y así lo hizo. Sus ayunos, vigilias, azotes y demás penitencias llegaron a causar asombro y casi acaban con su vida. Pero según cuenta en su "Autobiografía", una iluminación del cielo le comunicó que en vez de estas mortificaciones buscadas por él, debía más bien dedicarse a aceptar con buena voluntad los sufrimientos que Dios iba a permitir que le llegaran. Y fue entonces cuando empezaron a llegarle penas tremendas.

Los enemigos del alma trataban de atacarle de mil maneras. Le llegaban los pensamientos más impuros y las imaginaciones más indecentes. Y una melancolía o sentimiento continuo de tristeza que trataba de desanimarlo del todo. Y luego las tentaciones contra la fe. Y como si no bastara todo esto, le llegó la convicción de que él estaba destinado a condenarse para siempre.

Afortunadamente había tenido un buen profesor y se fue en busca del sabio Padre Eckart y le contó todo. "El famoso místico me consoló y logró sacarme de aquel infierno en el cual estaba viviendo". Y volvió a su alma la paz. Una vez más se cumplía lo que dice el Libro de los Proverbios: "Triunfarán los que saben pedir consejos". Pero ahora le iba a llegar un tercer tormento.

Una voz interior le dijo: "Hasta ahora has sufrido ataques venidos del interior. Ahora empezarán los ataques que llegan desde el exterior". Y así sucedió. Pronto empezó a experimentar la ingratitud y la pérdida de los amigos y de la buena fama. Sus paisanos se dividían en dos clases: los fervorosos y los relajados. Los fervorosos querían que se cumpliera exactamente los deberes de piedad. Entre ellos estaban Enrique Susso, su profesor Eckart y el gran predicador Taulero. Pero los otros eran mayoría y empezaron a perseguir a Susso.

Durante 37 años había recorrido campos y ciudades predicando. Había obtenido curaciones milagrosas. En pleno sermón vieron su rostro rodeado de resplandores. Pero insistía muy fuertemente en que había que dedicarse con toda seriedad a la santidad, y esto no agradaba a los relajados. Y entonces se valieron de la calumnia.

Se valieron de un muchacho mentiroso para inventar que él había cometido sacrilegios. Logró comprobar que era inocente. Luego inventaron que Enrique había tratado de envenenar a una persona. Pronto se supo que eso era mentira. Lo acusaron de haber inventado un milagro, pero los mentirosos quedaron al descubierto. Fueron tantas las acusaciones que tuvo que huir por un tiempo a Holanda. Allá lo acusaron de haber escrito herejías contra la fe. El logró probar que todo lo que había escrito estaba de acuerdo con nuestra santa religión.

Luego le llegó otro sufrimiento: su hermana, que era religiosa, perdió el fervor y se retiró de su comunidad. Enrique ofreció por ella una grave enfermedad que él tuvo que sufrir, y con este sufrimiento logró que la prófuga volviera otra vez al convento donde pasó santamente sus últimos años.

Enrique estaba dirigiendo espiritualmente a una mujer que lo engañaba diciéndole que ella se estaba convirtiendo de su mala vida. Pero cuando el santo sacerdote se dio cuenta de que aquella mujer le mentía, se negó a seguirle dando dirección espiritual. Entonces ella en venganza inventó el cuento de que él era el padre de una criatura que ella tenía. Y algunos hasta creyeron porque el religioso demostraba mucha caridad para con el pobre niño. 

Entonces el Superior General de la Comunidad mandó hacer una severa investigación y se supo que todo eran cuentos de aquella perversa mujer.

Fue nombrado Enrique como superior de un convento de Padres Dominicos y aquel convento estaba terriblemente endeudado. El nuevo superior en vez de dedicarse a pedir limosnas o a conseguir empréstitos lo que hizo fue recomendar a sus religiosos que se dedicaran a celebrar con mayor fervor la santa misa y a rezar con mayor fe y devoción. Muchos se burlaban de él diciendo que era un hombre que no ponía los pies en la tierra y que se imaginaba que con rezos se pagaban las deudas. Pero poco después un hombre rico sintió una inspiración interior de que debía ayudar a aquel convento y llegó con veinte libras de monedas de plata y con esto se pagaron todas las deudas.

Los últimos años los pasó el Padre Enrique dedicado a dar dirección espiritual a las religiosas, especialmente a las dominicas, las cuales lo consideraban un verdadero hombre de Dios y un guía espiritual sumamente acertado.

Le ofrecieron altos puestos pero una iluminación interior le dijo que si quería llegar a altos puestos en la santidad tenía que huir de los cargos que producen muchos honores. Y por eso se mantuvo siempre entre los más humildes y desconocidos aunque su sabiduría y sus escritos y su santidad lo hacían resplandecer ante muchísimas gentes piadosas que lo admiraban fervorosamente.

Murió en 1365, y dicen que su cuerpo permaneció muchos años incorrupto. Pero después el templo donde estaba enterrado pasó a poder de los protestantes y no se volvió a saber de sus restos.

miércoles, 23 de marzo de 2016

PASTORAL SANTO DEL DIA




Santa Joaquina de VedrunaFundadora
Año 1854
Santa Joaquina VedrunaEsta es una santa que duró casada hasta los 33 años. Tuvo ocho hijos y bastantes nietos. A los 47 años fundó la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y al morir a los 61 años había fundado conventos, escuelas y hospitales en diversos sitios de España.

Nació en Barcelona, España, en 1773. Su padre, Don Lorenzo de Vedruna, era rico y alto empleado del gobierno. Su familia era muy católica.

La niña desde muy pequeña tuvo mucha devoción al Niño Jesús y a las benditas almas.
Algo que la caracterizó desde sus primeros años fue un gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha de mugre en sus vestidos. Y esto la fue llevando a no tolerar tampoco mancas de pecado en su alma.

A los doce años sintió un gran deseo de ser religiosa carmelita. Pero las monjitas no la aceptaron porque les parecía muy niña todavía para decidirse por la vocación religiosa.

A los 26 años, en 1799, contrae matrimonio con un rico hacendado, don Teodoro de Mas, muy amigo de su padre, y empleado oficial como él. Teodoro estimaba mucho a las tres hijas de Don Lorenzo y para decidirse por una de ellas les llevó un pequeño paquetico de dulces de regalo. Las dos primeras lo rechazaron como un regalo demasiado infantil, pero Joaquina lo aceptó con alegría exclamando: "Me encantan las almendras". Este gesto de humildad decidió al joven a elegirla como esposa.

Al principio de su matrimonio sentía a veces serios escrúpulos por no haber seguido la vocación de religiosa que de niña tanto le llamaba la atención, pero su esposo la consolaba diciéndole que en la vida de hogar se puede llegar a tan alta santidad como en un convento y que con sus buenas obras de piedad iría reemplazando las que iba a hacer en la vida religiosa. Esto la tranquilizó. 16 años vivió con su esposo, y Dios le regaló ocho hijos. Y como premio a su sacrificios, cuatro hijas se hicieron religiosas, y varias de sus nietas también.

Cuando Napoleón invadió España; el esposo de Joaquina se fue al ejército a defender la patria y participó valerosamente en cinco batallas contra los invasores. Joaquina y sus niños tuvieron que abandonar la ciudad de Barcelona y huir hacia la pequeña ciudad de Vich.

Cuando Joaquina y sus hijos andaban por la llanura huyendo, de pronto apareció una misteriosa señora y la condujo hasta Vich a casa de una familia muy buena, que los recibió con gran cariño. Enseguida la Señora desapareció y nadie pudo dar razón de ella. Joaquina creyó siempre que fue la Sma. Virgen quien llegó a auxiliarla.

Un día mientras estaba rodeada de su familia, le pareció oír una voz que le decía: "Pronto te vas a quedar viuda". Ella se preparó a aceptar la voluntad de Dios, y a los dos meses, aunque su esposo gozaba de buena salud, y apenas tenía 42 años, murió imprevistamente. Joaquina quedaba viuda a los 33 años, y encargada de ocho hijitos.

Desde aquel día dejó todos sus vestidos de señora rica. Y se dedicó por completo a ayudar a los pobres y a asistir a los enfermos en los hospitales. Al principio la gente creía que se había vuelto loca por la tristeza de la muerte de su esposo, pero pronto se dieron cuenta de que lo que se estaba volviendo era una gran santa. Y admiraban su generosidad con los necesitados. Ella vivía como la gente más pobre, pero todas sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad.

Durante diez años estuvo dedicada a penitencias, muchas oraciones y continuas obras de caridad, pidiéndole a Dios que le iluminara lo que más le convenía hacer para el futuro. Cuatro de sus hijas se fueron de religiosas y los otros cuatro hijos se fueron casando, y al fin ella quedó libre de toda responsabilidad hogareña. Ahora iba a poder realizar su gran deseo de cuando era niña: ser religiosa.

Se encontró providencialmente con un sacerdote muy santo, el Padre Esteban, capuchino, el cual le dijo que Dios la tenía destinada para fundar una comunidad de religiosas dedicada a la vida activa de apostolado. El sabio Padre Esteban redacta las constituciones de la nueva comunidad, y en 1826, ante el Sr. Obispo de Vich, que las apoya totalmente, empieza con ocho jovencitas su nueva comunidad a la cual le pone el nombre de "Carmelitas de la Caridad".

Pronto ya las religiosas son trece y más tarde cien. Su comunidad, como el granito de mostaza, empieza siendo muy pequeña, y llega a ser un gran árbol lleno de buenos frutos. Ella va fundando casas de religiosas por toda la provincia.

Tuvo Santa Joaquina la dicha de encontrarse también con el gran apóstol San Antonio María Claret cuyos consejos le fueron de gran provecho para el progreso de su nueva congregación.

Vino luego la guerra civil llamada "Guerra Carlista" y nuestra santa, perseguida por los izquierdistas, tuvo que huir a Francia donde estuvo desterrada por tres años. Allí recibió la ayuda muy oportuna de un joven misteriosos que ella creyó siempre haber sido San Miguel Arcángel, y Dios le preparó en estas tierras a una familia española que la trató con verdadera caridad.

Al volver a España, quizás como fruto de los sufrimientos padecidos y de tantas oraciones, empezó a crecer admirablemente su comunidad y las casas se fueron multiplicando como verdadera bendición de Dios.

En 1850 empezó a sentir los primeros síntomas de la parálisis que la iba a inmovilizar por completo. Aconsejada por el Vicario Episcopal renunció a todos sus cargos y se dedicó a vivir humildemente como una religiosa sin puesto ninguno. Aunque conservaba plenamente sus cualidades mentales, sin embargo dejó a otras personas que dirigieran la Congregación. Dios le suscitó un nuevo y santo director para su comunidad, el Padre Bernardo Sala, benedictino, quien se propuso dirigir a las religiosas según el espíritu de la santa fundadora.

Durante cuatro años la parálisis se fue extendiendo y la fue inmovilizando por completo hasta quitarle también el habla. Vino luego una epidemia de cólera, la cual acabó con su vida y el 28 de agosto de 1854 pasó santamente a la eternidad.

Antes había tenido el gusto de ver aprobada su Comunidad religiosa por la Santa Iglesia en 1850. Y desde entonces ha venido ayudando de manera prodigiosa a sus religiosas que se han extendido por muchos países.

La Comunidad de Carmelitas de la Caridad tiene ahora 290 casas en el mundo con 2,724 religiosas. 40,079 niñas son educadas en sus colegios y 4,443 personas soln atendidas en sus hospitales.

Fue declarada santa por el Papa Juan XXIII en 1959 (siendo ella la primera persona que canonizó este Pontífice).

martes, 22 de marzo de 2016

PASTORAL. SANTO DEL DIA


 Santo Toribio de Mogrovejo
Arzobispo de Lima
(año 1606)
Nació en Mayorga, España, en 1538.
Los datos acerca de este Arzobispo, personaje excepcional en la historia de Sur América, producen asombro y maravilla.

Los historiadores dicen que Santo Toribio fue uno de los regalos más valiosos que España le envió a América. Las gentes lo llamaban un nuevo San Ambrosio, y el Papa Benedicto XIV dijo de él que era sumamente parecido en sus actuaciones aSan Carlos Borromeo, el famoso Arzobispo de Milán.

Toribio era graduado en derecho, y había sido nombrado Presidente del Tribunal de Granada (España) cuando el emperador Felipe II al conocer sus grandes cualidades le propuso al Sumo Pontífice para que lo nombrara Arzobispo de Lima. Roma aceptó y envió en nombramiento, pero Toribio tenía mucho temor a aceptar. Después de tres meses de dudas y vacilaciones aceptó.

El Arzobispo que lo iba a ordenar de sacerdote le propuso darle todas las órdenes menores en un solo día, pero él prefirió que le fueran confiriendo una orden cada semana, para así irse preparando debidamente a recibirlas.

En 1581 llegó Toribio a Lima como Arzobispo. su arquidiócesis tenía dominio sobre Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela, Bolivia, Chile y parte de Argentina. Medía cinco mil kilómetros de longitud, y en ella había toda clase de climas y altitudes. Abarcaba más de seis millones de kilómetros cuadrados.

Al llegar a Lima Santo Toribio tenía 42 años y se dedicó con todas sus energías a lograr el progreso espiritual de sus súbditos. La ciudad estaba en una grave situación de decadencia espiritual. Los conquistadores cometían muchos abusos y los sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban haciendo, decían que esa era la costumbre. 

El arzobispo les respondió que Cristo es verdad y no costumbre. Y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y escándalos. A los pecadores públicos los reprendía fuertemente, aunque estuvieran en altísimos puestos.

Las medidas enérgica que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron muchos persecuciones y atroces calumnias. El callaba y ofrecía todo por amor a Dios, exclamando, "Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor".

Tres veces visitó completamente su inmensa arquidiócesis de Lima. En la primera vez gastó siete años recorriéndola. En la segunda vez duró cinco años y en la tercera empleó cuatro años. La mayor parte del recorrido era a pie. A veces en mula, por caminos casi intransitables, pasando de climas terriblemente fríos a climas ardientes. Eran viajes para destruir la salud del más fuerte. Muchísimas noches tuvo que pasar a la intemperie o en ranchos miserabilísmos, durmiendo en el puro suelo. Los preferidos de sus visitas eran los indios y los negros, especialmente los más pobres, los más ignorantes y los enfermos.

Logró la conversión de un enorme número de indios. Cuando iba de visita pastoral viajaba siempre rezando. Al llegar a cualquier sitio su primera visita era al templo. Reunía a los indios y les hablaba por horas y horas en el idioma de ellos que se había preocupado por aprender muy bien. Aunque en la mayor parte de los sitios que visitaba no había ni siquiera las más elementales comodidades, en cada pueblo se quedaba varios días instruyendo a los nativos, bautizando y confirmando.

Celebraba la misa con gran fervor, y varias veces vieron los acompañantes que mientras rezaba se le llenaba el rostro de resplandores.

Santo Toribio recorrió unos 40,000 kilómetros visitando y ayudando a sus fieles. Pasó por caminos jamás transitados, llegando hasta tribus que nunca habían visto un hombre blanco.

Al final de su vida envió una relación al rey contándole que había administrado el sacramento de la confirmación a más de 800,000 personas.

Una vez una tribu muy guerrera salió a su encuentro en son de batalla, pero al ver al arzobispo tan venerable y tan amable cayeron todos de rodillas ante él y le atendieron con gran respeto las enseñanzas que les daba.

Santo Toribio se propuso reunir a los sacerdotes y obispos de América en Sínodos o reuniones generales para dar leyes acerca del comportamiento que deben tener los católicos. Cada dos años reunía a todo el clero de la diócesis para un Sínodo y cada siete años a los de las diócesis vecinas. Y en estas reuniones se daban leyes severas y a diferencia de otras veces en que se hacían leyes pero no se cumplían, en los Sínodos dirigidos por Santo Toribio, las leyes se hacían y se cumplían, porque él estaba siempre vigilante para hacerlas cumplir.

Nuestro santo era un gran trabajador. Desde muy de madrugada ya estaba levantado y repetía frecuentemente: "Nuestro gran tesoro es el momento presente. Tenemos que aprovecharlo para ganarnos con él la vida eterna. El Señor Dios nos tomará estricta cuenta del modo como hemos empleado nuestro tiempo".

Fundó el primer seminario de América. Insistió y obtuvo que los religiosos aceptaran parroquias en sitios supremamente pobres. Casi duplicó el número de parroquias o centros de evangelización en su arquidiócesis. Cuando él llegó había 150 y cuando murió ya existían 250 parroquias en su territorio.

Su generosidad lo llevaba a repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un necesitado le recomendó: "Váyase rapidito, no sea que llegue mi hermana y no permita que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme".

Cuando llegó una terrible epidemia gastó sus bienes en socorrer a los enfermos, y él mismo recorrió las calles acompañado de una gran multitud llevando en sus manos un gran crucifijo y rezándole con los ojos fijos en la cruz, pidiendo a Dios misericordia y salud para todos.

El 23 de marzo de 1606, un Jueves Santo, murió en una capillita de los indios, en una lejana región, donde estaba predicando y confirmando a los indígenas.

Estaba a 440 kilómetros de Lima. Cuando se sintió enfermo prometió a sus acompañantes que le daría un premio al primero que le trajera la noticia de que ya se iba a morir. Y repetía aquellas palabras de San Pablo: "Deseo verme libre de las ataduras de este cuerpo y quedar en libertad para ir a encontrarme con Jesucristo".

Ya moribundo pidió a los que rodeaban su lecho que entonaran el salmo que dice: "De gozo se llenó mi corazón cuando escuché una voz: iremos a la Casa del Señor. Que alegría cuando me dijeron: vamos a la Casa del Señor".
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Las últimas palabras que dijo antes de morir fueron las del salmo 30: "En tus manos encomiendo mi espíritu".

Su cuerpo, cuando fue llevado a Lima, un año después de su muerte, todavía se hallaba incorrupto, como si estuviera recién muerto.

Después de su muerte se consiguieron muchos milagros por su intercesión. 

Santo Toribio tuvo el gusto de administrarle el sacramento de la confirmación a tres santos: Santa Rosa de LimaSan Francisco Solano ySan Martín de Porres.

El Papa Benedicto XIII lo declaró santo en 1726.



MUSICA El Arrebato - Cuando Quieras Quiero

MUSICA El Arrebato Aquí Me Tienes

POEMAS






Sé que esperas
unas cuantas letras
sacadas del silencio.
Mas el silencio me grita
y mientras esperas
las letras dormitan
en este blanco papel
que no es más
que un lienzo donde yacer.
Sé que esperas
uno de mis tantos poemas, 
que te canten al oído
sonrisas que maten penas.
Espera,
amor mío,
espera...
Algún día te leerás
en las letras de mis venas.

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Fuego que quema más que el rescoldo,
dolor ajeno que lo siento mío,
estrechura en los pulmones que me impiden respirar.
Quiero paz,
descanso,
la placidez de no pensar.
Pero no puedo,
no de momento.
Toca cocinar el brebaje de lo amargo
e intentar echarle miel
con esperanza...
a ver si pasa de largo



Esa paz,
la de la noche,
de su silencio,
de su penumbra...
La  que empaña 
el dolor del día,
la que enjuga
ese agua de tristeza,
la que calma 
la ansiedad despierta.
Es la noche,
la que acuna pensamientos,
la que regala sueños,
la que canta mil deseos.
Es su paz
la que alimenta mi cuerpo,
mi cuerpo y mi alma
para seguir viviendo,
para saber que hay mañana.

Es la noche,
la que acuna pensamientos,
la que regala sueños,
la que canta mil deseos.
Es su paz
la que alimenta mi cuerpo,
mi cuerpo y mi alma
para seguir viviendo,
para saber que hay mañana.



















lunes, 21 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA





Santa Lea
    Año 384


De "la santísima Lea", como la llama san Jerónimo, sólo sabemos lo que él mismo nos dice en una especie de elogio fúnebre que incluyó en una de sus cartas. Era una matrona romana que al enviudar - quizá joven aún - renunció al mundo para ingresar en una comunidad religiosa de la que llegó a ser superiora, llevando siempre una vida ejemplarísima.

Estas son las palabras insustituibles de san Jerónimo:
«De un modo tan completo se convirtió a Dios, que mereció ser cabeza de su monasterio y madre de vírgenes; después de llevar blandas vestiduras, mortificó su cuerpo vistiendo sacos; pasaba las noches en oración y enseñaba a sus compañeras más con el ejemplo que con sus palabras».

«Fue tan grande su humildad y sumisión, que la que había sido señora de tantos criados parecía ahora criada de todos; aunque tanto más era sierva de Cristo cuanto menos era tenida por señora de hombres. Su vestido era pobre y sin ningún esmero, comía cualquier cosa, llevaba los cabellos sin peinar, pero todo eso de tal manera que huía en todo la ostentación»

No sabemos más de esta dama penitente, cuyo recuerdo sólo pervive en las frases que hemos citado de san Jerónimo. La Roma en la que fue una rica señora de alcurnia no tardaría en desaparecer asolada por los bárbaros, y Lea, «cuya vida era tenida por todos como un desatino», llega hasta nosotros con su áspero perfume de santidad que desafía al tiempo.

DESDE MI CALLE




DIA HISTORICO



Ayer fue un día histórico: EEUU volvía a Cuba 56 años después de la Revolución. Justo en un momento en el que en Latinoamérica la crisis está provocando grandes movimientos en lo social y en lo político. Así que como la izquierda no se adapte a esos cambios, las derrotas en las urnas no tardarán en llegar. Mucha atención en México, Chile, Colombia y Argentina. .

¿Y qué decir de Brasil...? En 1998 Lula dijo “cuando un obrero del metal roba va a la cárcel; cuando lo hace un rico le hacen ministro.” Como hizo Rajoy en 2012, Lula y Dilma están convirtiendo un problema de partido en un problema de estado, y lo único que están consiguiendo es hacer demasiado daño a la reputación institucional de Brasil, tanto dentro como fuera del país.

Y mientras en España ya tenemos casi claro que volveremos a votar y Podemos se enfrenta a su peor crisis interna desde que entró en el panorama político, S&P volvió a bajar el rating a Catalunya hasta B+, cuatro escalones por debajo del grado de inversión. Valencia -que tiene más deuda y más problemas de infrafinanciación- tiene dos escalones por encima... La realidad es que en el mercado muchos inversores quieren deshacerse de los bonos de la Generalitat, pero no hay comprador.

MUSICA Celia Cruz - Guantanamera

domingo, 20 de marzo de 2016

PASTORAL: SANTO DEL DIA




Santa María Francisca de las 5 llagas
                  Mística (año 179)


Nació en Nápoles (Italia) en 1715. Su padre era un tejedor, hombre de terrible mal genio. La mamá era una mujer extraordinariamente piadosa, la cual antes del nacimiento de la niña, ante los tratos tan violentos de su esposo y ante el misteriosos sueños que había tenido, le consultó el caso a San Francisco Jerónimo, el cual le profetizó que tendría una hija a la cual Dios le hablaría por medio de revelaciones.

Desde muy pequeñita fue obligada por su padre a trabajar muchas horas cada día en su taller de hilados. Pero la mamá aprovechaba todo rato libre para leerle libros piadosos y llevarla al templo a orar. El párroco, admirado de su piedad y viendo que se sabía de memoria el catecismo, la admitió a los 8 años a la Primera Comunión, y al año siguiente la encargó de preparar a varios niños.

Las demás obreras de la fábrica comentaban: "María Francisca trabaja las mismas horas que nosotras y hace el doble de hilados que las demás. ¿Qué será? ¿Vendrá su ángel de la guarda a ayudarla?." Y empezó a correr la noticia de que esta jovencita recibía especiales ayudas del cielo. Lo cierto es que cada día dedicaba cuatro o más horas a rezar, leer y meditar. Y cada mañana asistía muy devotamente a la Santa Misa.

Un domingo por la tarde, mientras preparaba unos niños a la Primera Comunión, de pronto se quedó callada como mirando a lo lejos y luego dijo: "José, Josecito: corra a su casa que su mamá lo está necesitando. Vaya allá enseguida". El niño salió corriendo y encontró que a la mamá le había dado un ataque y al caer había lanzado una lámpara encendida sobre un poco de ropa y se iba a producir un incendio. A tiempo pudo apagar las llamas y salvar la vida de su mamá. La noticia corrió por todo el barrio, y la gente empezó a comentar que a esta muchacha le enviaba Dios mensajes extraordinarios.

Como era hermosa, el papá le consiguió un novio de clase rica. Pero María Francisca le dijo que ella había prometido a Dios conservarse soltera y virgen para dedicarse a la vida espiritual y a ayudar a salvar almas. El papá estalló en cólera y le dio violentos azotes. La encerró en una pieza a pan y agua por varios días. La jovencita aprovechó este encierro y este ayuno para dedicarse a orar y a meditar y a hacer penitencia. La mamá logró hacer que un padre franciscano viniera a la casa y convenciera al furibundo papá para que dejara en libertad a su hija para escoger el futuro que más le agradara. El religioso logró convencer a Don Francisco Galo a que permitiera que su hija se dedicara a la vida espiritual, en vez de obligarla a contraer matrimonio.

El 8 de septiembre de 1731 recibió el hábito de Terciaria franciscana y siguió viviendo en su casa, pero con comportamientos de religiosa.

Como la gente comentaba que esta muchacha avisaba el futuro y leía las conciencias, un hombre de negocios le propuso a don Francisco que aprovechara las cualidades de su hija para conseguir mucho dinero. El papá le propuso entonces a María Francisca que se dedicara a adivinar la suerte a los demás y cobrara las consultas. Ella le dijo: "¿Papá, es qué has creído que yo soy adivina?" "No eres adivina", le respondió él, "pero eres una santa y lograrás que Dios te comunique el futuro de la gente". La joven le dijo humildemente: ¡Papá, yo no soy una santa. Yo soy una pobre criatura que lo único que hace es tratar de rezar con fe, pero no soy la que tú te estas imaginando. Y además nunca negociaré con lo que es de la religión!

Entonces el papá la castigó ferozmente a latigazos y a duras penas la mamá logró sacarla de sus manos. La joven corrió aterrorizada a casa del Sr. Obispo, el cual se fue ante el juez y logró que a ese hombre le pusieran una sentencia de que si en adelante azotaba a su hija tendría que pagar una multa. Esto hizo que no la azotara más.

María Francisca era muy devota de la Pasión de Cristo, por eso al hacerse terciaria Franciscana tomó el nombre de María Francisca de las Cinco llagas. Y pasaba horas y horas meditando en la Pasión y Muerte de Jesús.

Frecuentemente mientras estaba en oración entraba en éxtasis (suspensión de la actividad de los nervios y de los sentidos, acompañada con visiones sobrenaturales). La Sma. Virgen se le aparecía y le traía mensajes. Pero también el demonio se le presentaba en forma de perro rabioso que la aterrorizaba. Afortunadamente descubrió que al hacer la señal de la cruz, y al pronunciar los nombres de Jesús, José y María lograba que el demonio saliera huyendo. Este fue el consejo que le oyó un día al crucifijo: "Cuando te asalten los ataques de los enemigos del alma haz la señal de la cruz, y además de invocar los nombres de las tres divinas personas de la Sma. Trinidad, debes decir varias veces: "Jesús, José y María".

Una señora la invitó a visitar un enfermo, pero la llevó a una casa en donde se efectuaba un baile inmoral. Ella huyó precipitadamente y se libró de la corrupción.

Cuando la mamá se le murió, María Francisca se dio cuenta de que ante el temperamento tan violento de su padre, ella tenía que abandonar el hogar. Y un santo sacerdote le permitió que fuera atenderle la casa cural. Allí estuvo los últimos 38 años de su existencia, y ese tiempo le sucedieron muchos hechos misteriosos.

Un día estaba barriendo la sacristía cuando oyó una voz que le decía: "María Francisca, huya, salga huyendo rápido". Ella salió corriendo y minutos después se desplomó el techo de la sacristía. Así salvó su vida.

Cuando rezaba el viacrucis iba sufriendo algunos dolores parecidos a los que Jesús sufrió en el Huerto de los Olivos, en la flagelación, en la coronación de espinas, al llevar la cruz a cuestas y al ser crucificado. Cada Viernes Santo entraba en agonía como si estuviera muriendo en una cruz. Y todo esto lo ofrecía por la conversión de los pecadores, y el descanso de las benditas almas del purgatorio. Las gentes decían: "María Francisca saca más almas del purgatorio ella sola con sus sufrimientos, que todos nosotros con nuestras oraciones".

Unos de los fenómenos más extraordinarios de esta santa sucedieron durante la comunión. En tres ocasiones la Santa Hostia voló a posarse en sus labios. Una vez mientras el sacerdote decía: Este es el Cordero de Dios… la hostia que él tenía en la mano salió volando y fue a colocarse en la boca de la santa. Otra vez voló desde el Copón, y una tercera vez, al partir el celebrante la hostia grande, un pedazo de ella voló hacia la fervorosa mística que estaba aguardando turno para comulgar.

En la Navidad de 1741, el Niño Jesús le habló y le dijo: "Quiero que seamos amigos para siempre". Fue tan grande la emoción de ella al oírle esto a Nuestro Señor, que quedó ciega por 24 horas. Después recobró otra vez la vista y el resto de su vida lo dedicó por completo a amar a Jesús y a hacerlo amar por los demás.

Le aparecieron las cinco llagas o heridas de Jesús en su cuerpo. Su salud era muy defectuosa y las enfermedades la hacían sufrir enormemente. Cuando su padre estaba moribundo le pidió a Dios que le pasara a ella los dolores que el pobre hombre estaba padeciendo, y así sucedió con espantables sufrimientos para la santa mujer. Pero con estos sufrimientos logró convertir a su papá y a muchos pecadores más. En sueños veía a varias almas del purgatorio que le suplicaban ofreciera por ellas sus sufrimientos ya sí lo hacía. 

Muchas personas la trataron muy mal y ella ofrecía con paciencia estos malos tratos rezando por quienes le ofendían, y tratando bien a quienes le trataban mal. Las gentes murmuraban contra ella y le inventaban lo que no era cierto, pero ella callaba, para asemejarse a Jesús que callaba en su Pasión. A su director espiritual le dijo un día: "He sufrido en mi vida todo lo que una persona humana puede sufrir. Pero todo ha sido por amor a Dios". Y le añadía: ¡Padre, sean muy bondadosos con las personas que los vienen a consultar. No sean duros con nadie!.

Anunció que iban a llegar muy pronto unos sufrimientos terribilísimos para la Iglesia Católica (y en aquellos años llegaron las feroces persecuciones de la Revolución Francesa que ocasionaron tantísimas muertes de católicos). Pidió a Dios que no permitiera que ella presenciara estos desastres, y murió cuando estaban empezando.

El 6 de octubre de 1791 murió santamente. Y al año 1867 el Sumo Pontífice la declaró santa.

A un sacerdote le prometió que se le aparecería pocos días antes de que él se muriera. Así lo hizo. Se le apareció y a los tres días murió el padre.