Justino nació el año 100 en Naplusa (Palestina), ciudad romana y pagana, construida en el emplazamiento de la antigua Siquem,
no lejos del pozo de Jacob, donde Jesús anunció a la Samaritana el
culto nuevo. Naplusa era una ciudad reciente en la que florecían el
granado y el limonero, encajada entre dos colinas a mitad de camino
entre la frondosa Galilea y Jerusalén.
Los
padres de Justino eran colonos acomodados; puede que fueran de esos
veteranos dotados de tierras por el Imperio; esto explicaría en el
filósofo su rectitud de carácter, su gusto por la exactitud histórica. No posee ni la flexibilidad ni la sutilidad dialéctica de un heleno. Vivió en contacto con judíos y samaritanos.
De naturaleza noble, prendado de lo absoluto, desde joven supo gustar la
filosofía, en el sentido que entonces se le daba: no una especulación,
sino persecución de la sabiduría que lleva a Dios. La filosofía lo condujo, etapa tras etapa, hasta el umbral de la fe. El mismo Justino nos cuenta, en el Diálogo con el judío Trifón, el largo itinerario de su búsqueda,
sin que nos sea posible distinguir entre el artificio literario y la
autobiografía. En Naplusa siguió primero las clases de un estoico y
después las de un discípulo de Aristóteles, al que abandonó pronto para
acudir a un platónico. En su ingenuidad, esperaba que la filosofía de Platón le permitiría «ver inmediatamente a Dios».
Retirado a la soledad, meditaba sobre la visión de Dios, sin que su
inquietud se sosegase, cuando tuvo lugar el encuentro nocturno con aquel
anciano en la playa. Éste le mostró que el alma humana no podía
alcanzar a Dios por sus propios medios; el cristianismo era la única verdadera filosofía, que lleva a su cumplimiento todas las verdades parciales: «Platón prepara para el cristianismo».
La Iglesia acogió a Justino y, con él, a Platón. Cuando se hizo cristiano en el año 130,
el filósofo, lejos de abandonar la filosofía, afirma haber encontrado
en el cristianismo la única filosofía segura que colma todos sus deseos.
Siempre lleva puesto el manto de los filósofos. Para él es un título de nobleza.
Justino sabía ver la parte de verdad contenida en todos los sistemas. Le gustaba decir que los filósofos eran cristianos sin saberlo.
Y justifica esta afirmación con un argumento tomado de la apologética
judía, que pretendía que los pensadores debían lo mejor de sus doctrinas
a los libros de Moisés. Para él, el Verbo de Dios ilumina a todos los
hombres, lo cual explica las partes de verdad que se encuentran en los
filósofos. Los cristianos no tienen nada que envidiarles, porque poseen
al Verbo mismo de Dios, que no solamente guía la historia de Israel,
sino toda búsqueda sincera de Dios. Esta generosa visión de la historia encierra una intuición de genio que, después de Ireneo de Lyon, será recogida desde san Agustín a san Buenaventura, y más recientemente por Maurice Blondel. Está particularmente cercana a nuestra problemática de hoy día.
Justino no se preocupa más que de la doctrina y de la autenticidad del testimonio.
Los argumentos que desarrolla tienen una historia: la suya propia. El
ha conocido personalmente las tentaciones contra las que nos pone en
guardia. El testimonio de la obra de Justino conserva todo su valor para
aquel que se decide a seguirlo.
Nadie ha creído en Sócrates hasta morir por lo que éste enseñaba.
Pero, por Cristo, artesanos y hasta ignorantes han despreciado el miedo
a la muerte». Estas nobles palabras las dirige Justino al Senado de
Roma. También a él le toca aceptar la muerte por la fe que había
recibido y transmitido. En el momento de su martirio, el filósofo cristiano no está solo, sino rodeado de sus discípulos.
Las actas nos citan seis de ellos. Esta presencia, esta fidelidad hasta
en la muerte, eran el homenaje más emocionante que se pueda ofrecer a
un maestro de sabiduría.
En este hombre de hace dieciocho siglos percibimos el eco de nuestras
inquietudes, de nuestras objeciones y de nuestras certezas. Es un
contemporáneo nuestro por su apertura de alma, por su voluntad de diálogo, por su capacidad de comprensión.
Justino, un laico, un intelectual, ilustra el diálogo que
comienza entre la fe y la filosofía, entre cristianos y judíos, entre
Oriente, donde él había nacido, y Occidente, donde abre una
escuela: en Roma al cabo de numerosas etapas. Su vida fue una larga
búsqueda de la verdad. Para este filósofo, el cristianismo no es una
doctrina, ni siquiera un sistema, si no una persona: el Verbo encarnado y
crucificado en Jesús, que le desvela el misterio de Dios.
Había viajado, interrogado, sufrido, con el fin de encontrar lo
verdadero. Sin duda por esta razón nosotros descubrimos detrás de lo que
él descubre un desprendimiento, incluso una desnudez que es lo que
avala a su testimonio. Este filósofo del año 150 está más cercano a nosotros que muchos de los: pensadores modernos. Muere el año 165.
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sábado, 31 de mayo de 2014
viernes, 30 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
VISITACIÓN DE LA SANTÍSIMA VIRGEN A SANTA ISABEL
Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Luego que María Santísima oyó del ángel Gabriel que su prima Isabel también esperaba un hijo, sintióse iluminada por el Espíritu Santo y comprendió que debería ir a visitar a aquella familia y ayudarles y llevarles las gracias y bendiciones del Hijo de Dios que se había encarnado en Ella. San Ambrosio anota que fue María la que se adelantó a saludar a Isabel puesto que es la Virgen María la que siempre se adelanta a dar demostraciones de cariño a quienes ama.
Por medio de la visita de María llevó Jesús a aquel hogar muchos favores y gracias: el Espíritu Santo a Isabel, la alegría a Juan, el don de Profecía, etc, los cuales constituyen los primeros favores que nosotros conocemos que haya hecho en la tierra el Hijo de Dios encarnado. San Bernardo señala aquí que desde entonces María quedó constituida como un "Canal inmenso" por medio del cual la bondad de Dios envía hacia nosotros las cantidades más admirables de gracias, favores y bendiciones.
Además, nuestra Madre María recibió el
mensaje más importante que Dios ha enviado a la tierra: el de la
Encarnación del Redentor en el mundo, y en seguida se fue a prestar
servicios humildes a su prima Isabel. No fue como reina y señora sino
como sierva humilde y fraterna, siempre dispuesta a atender a todos que
la necesitan.
Este fue el primero de los numerosos
viajes de María a ayudar a los demás. Hasta el final de la vida en el
mundo, Ella estará siempre viajando para prestar auxilios a quienes lo
estén necesitando. También fue la primera marcha misionera de María, ya
que ella fue a llevar a Jesús a que bendijera a otros, obra de amor que
sigue realizando a cada día y cada hora. Finalmente, Jesús por medio
de su Madre santifica a Juan Bautista y ahora ella sigue siendo el medio
por el cual Jesús nos santifica a cada uno de nosotros que somos
también hijos de su Santa Madre.
jueves, 29 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
Santo seglar, que "no conoció el vicio ni el ocio", Fernando III -el más grande de los reyes de Castilla, dice Menéndez y Pelayo- nació en 1198; fue hijo de don Alfonso IX, rey de León, y primo de san Luis IX, rey de Francia. Guerreó con los moros, que ocupaban gran parte de España, unió las coronas de Castilla y de León, y conquistó los reinos de Úbeda, Córdoba, Murcia, Jaén, Cádiz y Sevilla.
En sus dilatadas campañas, triunfó siempre en todas las batallas. No buscó su propia gloria ni el acrecentamiento de sus dominios. Para él el reino verdadero era el reino de Dios. Pedía a diario el aumento de la fe católica y elevaba sus plegarias a la Virgen, de quien se llamaba siervo. Caballero de Cristo, Jesús le había otorgado la gracia de los éxtasis y las apariciones divinas. Amaba a sus vasallos y procuraba no agravar los tributos, a pesar de las exigencias de la guerra. A este respecto era conocido su dicho: "Más temo las maldiciones de una viejecita pobre de mi reino que a todos los moros del África". Llevaba siempre consigo una imagen de nuestra Señora, a la que entronizó en Sevilla y en múltiples lugares de Andalucía, a fin de que ésta fuera llamada tierra de María Santísima.
La muerte del rey san Fernando constituye un ejemplo de fe y humildad. Abandonó el lecho y, postrándose en tierra, sobre un montón de cenizas, recibió los últimos sacramentos. Llamó a la reina y a sus hijos, y se despidió de ellos después de haberles dado sabios consejos.
Volviéndose a los que se hallaban presentes, les pidió que lo perdonasen por alguna involuntaria ofensa. Y, alzando hacia el cielo la vela encendida que sostenía en las manos, la reverenció como símbolo del Espíritu Santo. Pidió luego a los clérigos que cantasen el Te Deum, y así murió, el 30 de mayo de 1252. Había reinado treinta y cinco años en Castilla y veinte en León, siendo afortunado en la guerra, moderado en la paz, piadoso con Dios y liberal con los hombres, como afirman las crónicas de él. Su nombre significa "bravo en la paz".
Guerrero, poeta y músico, compuso cantigas, una de ellas dedicada a nuestra Señor. Se destacó por su honestidad y la pureza de sus costumbres.
Fernando III fue canonizado por el papa Clemente X en el año 1671. Lo sucedió en el trono su hijo mayor, Alfonso X, que la historia conoce con el nombre de Alfonso el Sabio.
miércoles, 28 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
JOSE GERARD
José Gérard nació el 12 de Marzo de 1831 dentro de una familia de labradores en la provincia de Lorraine en Francia. Parte de su niñez la pasó siendo pastor de ovejas.
José Gérard escribe sobre una tal Hermana Odile que lo preparó para su Primera Comunión, un evento que tuvo un gran impacto en su vida. Entre otras personas que tuvieron un gran impacto en su vida están Monsieur Richard y el Abbé Cayens. Monsieur Richard ofreció pagar la educación del joven y lo guió en una enseñanza sobre el arte de orar. El Abbé Cayens fue misionero en Argelia y vio una posible vocación sacerdotal en el joven José Gérard. Por lo tanto lo ayudó a aprender Latín y luego lo guió al seminario menor en Pont-à-Mousson.
También estudió algún tiempo en el seminario mayor de Nancy. Llegó a conocer a los Oblatos a través de algunos misioneros Oblatos que visitaron el seminario. Entró al noviciado y el 10 de Mayo de 1852 tomo sus votos perpetuos.
El 3 de Abril de 1853 fue ordenado Diacono por el Obispo Eugenio de Mazenod. El Obispo luego le pidió que ejerciera su misión en el reino de Natal en el Sur de África. En mayo de 1853 José Gérard tomó un barco con otros dos Oblatos al pequeño reino.
En 1854 El Obispo Allard lo ordenó sacerdote y comenzó su trabajo con un grupo de Irlandeses en Pietermaritzburg. Su misión era de ser con los Zulúes de Natal y por lo tanto tenia que aprender el idioma Zulú junto con el Inglés que usaba con los Irlandeses. Para aprender el idioma decidió pedir permiso para crear una misión en un pueblo Zulú. José Gérard trató varias veces a evangelizar a los Zulúes pero no tuvo éxito.
José Gérard decidió tomar su misión al oeste de Natal a un pueblo llamado Roma en otro reino llamado Lesotho. Allí conversó con el jefe de una tribu familia de los Zulúes de Natal. El jefe le dio permiso a construir una Iglesia y ejercer su misión. Tuvo que aprender un idioma nuevo y una cultura nueva, pero siguió adelante. Después de dos años tuvo su primer catecúmeno. El jefe de la tribu también se convirtió después de algunos años. Después de 22 años en Roma decidió llevar su misión al norte de Lesotho y comenzó la Misión de Santa Mónica donde trabajo con los Basothos. Luego regresó a Roma donde viviría el resto de su vida. En 1914 se encontró con una enfermedad que lo dejó en cama. El 22 de Mayo celebró su última Misa.
El 29 de Mayo Padre José Gérard dio su ultimo sí a Dios con la palabra Amén. Aunque sufrió muchos desafíos en su misión en África, el Padre Gérard nunca se dio por vencido. Siempre fue fiel a su voto de perseverancia. Dado a esto muchos de los nativos de aquellos países en el sur de África se convirtieron a la fe Católica. El Padre José Gérard fue beatificado por el Papa Juan Pablo II el 15 de Septiembre en Maseru, Lesotho donde le dieron el titulo de Apóstol de Lesotho.
DESDE MI CALLE
Ibilaldia 2014 en Gernika: conciertos, recorrido, canción...
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:: Datos prácticos del Ibilaldia 2014
- Cuándo: 1 de junio de 2014- Dónde: en Gernika-Lumo
- Hora: a partir de las 10.00 horas, desde el parque de los Pueblos de Europa
- Organiza: Ikastola Seber Altube / Ikastolen Elkartea
- Previsión de afluencia: en torno a 100.000 personas
- Lema 2014: Euskeraren Bihozfera
- Web oficial: Ibilaldia
:: Ibilbidea: recorrido del Ibilaldia 2014
martes, 27 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
MARGARITA POLE
Margarita Plantagenet, sobrina de los monarcas ingleses Eduardo IV y Ricardo III, era hija del duque de Clarence, hermano de dichos soberanos, y de Isabel, la hija de Warwick «the Kingmaker». Enrique VIl, cuya esposa era prima de Margarita, casó a la beata con Sir Reginald Pole. Era éste un caballero de Buckinghamshire, que había prestado grandes servicios al rey en la campaña de Escocia y en otras empresas militares. Cuando Enrique VIII subió al trono, Margarita había ya enviudado y tenía cinco hijos. El joven monarca, que la consideraba como la mujer más santa de Inglaterra, devolvió a Margarita los bienes de su hermano, de los que se le había impedido tomar posesión en el reinado precedente y la nombró condesa de Salisbury. Cuando nació la princesa María [María Tudor], Margarita fue nombrada su institutriz. Pero la beata desaprobó abiertamente el matrimonio de Enrique con Ana Bolena, lo cual le costó la pérdida de su puesto en la corte y del favor del rey.
El cuarto hijo de la beata, Reginaldo, que más tarde fue el cardenal Pole [es decir, quien con María Tudor revirtió la reforma de Enrique VIII], escribió un tratado contra la supremacía eclesiástica del soberano; esto enfureció tanto a Enrique VIII, que dijo al embajador francés que tenía intenciones de hacer desaparecer a toda la familia de Margarita. Cuando Sir Henry Neville se levantó en armas en el norte, el rey envió a algunos emisarios a interrogar a Margarita, con la esperanza de mezclarla en la conspiración; pero, aunque el interrogatorio duró desde el mediodía hasta la noche, los emisarios no consiguieron descubrir la menor huella de culpabilidad. A pesar de su hábil defensa, Margarita fue encarcelada, primero en la casa de Lord Southampton, en Cowdray y después, en la Torre de Londres. Ahí sufrió mucho durante el invierno, ya que no tenía suficientes vestidos y no podía encender fuego. Como no existían pruebas para condenarla en un juicio legal, el rey obligó al Parlamento a declararla culpable de alta traición. El 28 de mayo de 1541, Margarita fue conducida al patio de la Torre para ser decapitada. Lord Herbert cuenta que se negó a arrodillarse y a reclinar la cabeza en el tronco porque no se consideraba culpable de traición. El verdugo, que carecía de práctica en el oficio, erró varias veces el golpe. Según el relato del embajador francés, Margarita no se negó a arrodillarse pero el verdugo principal se hallaba ausente, y el substituto manejó el hacha con suma torpeza. Por lo demás, casi todos los historiadores de peso consideran muy poco probable la versión de Lord Herbert. Margarita murió a los setenta años de edad. En la National Portrait Gallery de Londres hay un interesante retrato de la beata. Varias diócesis de Inglaterra celebran su fiesta.
lunes, 26 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
SAN AGUSTIN DE CANTERBURY
Agustin de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra. Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.
Agustín de Canterbury es considerado uno de los más grandes evangelizadores, al lado de San Patricio de Irlanda y San Bonifacio en Alemania. Tiene el gran mérito de haber dirigido la evangelización de Inglaterra. Era superior del convento benedictino de Roma, cuando el Sumo Pontífice San Gregorio Magno se le ocurrió en el año 596 tratar de evangelizar a la isla de Inglaterra que era pagana. Conociendo el espíritu generoso y emprendedor de Agustín, que no se acobardaba ante ninguna dificultad, y además sus grandes virtudes, el Papa lo envió con 39 monjes más a tratar de convertir a esos paganos sajones.
Y sucedió que al llegar Agustín y sus 39 compañeros a la costa, donde se tomaba la embarcación para llegar a Inglaterra, allí les contaron terribles barbaridades acerca de los habitantes de esa isla, y los otros misioneros sintieron mucho miedo y enviaron al santo a que fuera a Roma a contarle al Pontífice lo peligroso que era esto que iban a emprender. Agustín fue a hablar con el Papa, pero san Gregorio lo animó de tal manera, recordándole que Dios les concedería la buena voluntad de aquellas gentes, que ya desde entonces Agustín no se dejó desanimar por los temores.
En Inglaterra mandaba el rey Etelberto que tenía una esposa muy santa (que después se llamó Santa Berta) y el primer regalo que Dios les concedió a los nuevos misioneros fue darles la buena voluntad del rey. Este los recibió muy cariñosamente y les pidió que le enseñaran la religión, y tanto le agradó que pronto se hizo bautizar y les regaló su palacio real para que les sirviera de convento a los misioneros y les dio un templo en Canterbury para que allí enseñaran. Y en ese sitio está ahora la más famosa catedral de Inglaterra: la Catedral de Canterbury.
El rey dejó en libertad a los súbditos para que escogieran la religión que quisieran, pero les recomendó que se instruyeran en la religión de Jesucristo y tanto les agradaron a aquellas gentes las enseñanzas de Agustín y sus monjes, que en la Navidad del año 597 se hicieron bautizar 10,000 ingleses y entre los nuevos bautizados estaban los que ocupaban los cargos más importantes de la nación.
Agustín envió a dos de sus mejores monjes a Roma a contarle al Sumo Pontífice tan hermosas noticias, y el Papa en cambió le envió el nombramiento de arzobispo, y otro buen grupo de misioneros, y cálices y libros para las celebraciones y muchas imágenes religiosas que a esas gentes recién convertidas les agradaban en extremo. San Gregorio se alegró muchísimo ante noticias tan consoladoras, y le recomendó a San Agustín un simpático plan de trabajo.
San Gregorio, sabiendo que la principal virtud del obispo Agustín era la docilidad a sus superiores, le envió las siguientes recomendaciones 1º. No destruir los templos de los paganos, sino convertirlos en templos cristianos. 2º. No acabar con todas las fiestas de los paganos, sino convertirlas en fiestas cristianas. Por ejemplo ellos celebraban las fiestas de sus ídolos con grandes banquetes en los cuales participaban todos. Pues hacer esos banquetes, pero en honor de los mártires y santos. 3º. Dividir el país en tres diócesis: Canterbury, Londres y York.
Nuestro santo cumplió exactamente estas recomendaciones, que le produjeron muy buenos resultados. Y fue nombrado por el Papa, jefe de toda la Iglesia Católica de Inglaterra (Arzobispo Primado). En las reuniones sobresalía entre todos por su gran estatura y por su presencia muy venerable que infundía respeto y admiración.
San Agustín escribía frecuentemente desde Inglaterra al Papa San Gregorio a Roma pidiéndole consejos en muchos casos importantes, y el Sumo Pontífice le escribía ciertas advertencias muy prácticas como estas: "Dios le ha concedido el don de hacer milagros, y le ha dejado el inmenso honor de convertir a muchísimos paganos al cristianismo, y de que las gentes lo quieran y lo estimen mucho. Pero cuidado, mi amigo, que esto no le vaya a producir orgullo. Alégrese de haber recibido estos regalos del buen Dios, pero tenga temor de no aprovecharlos debidamente. Consuélese al ver que con los milagros y la predicación logra que tantos paganos se vuelvan cristianos católicos, pero no vaya a creerse mejor que los demás, porque entonces le estaría robando a Dios el honor y la gloria que sólo El se merece. Hay muchos que son muy santos y no hacen milagros ni hablan hermosamente. Así que no hay que llenarse de orgullo por haber recibido estas cualidades, sino alegrarse mucho al ver que Dios es más amado y más glorificado por las gentes". Mucho le sirvieron a Agustín estos consejos para mantenerse humilde.
Después de haber trabajado por varios años con todas las fuerzas de su alma por convertir al cristianismo el mayor número posible de ingleses, y por organizar de la mejor manera que pudo, la Iglesia Católica en Inglaterra, San Agustín de Canterbury murió santamente el 26 de mayo del año 605. Y un día como hoy fue su entierro y funeral. Desde entonces ha gozado de gran fama de santidad en esa nación y en muchas partes más.
DESDE MI CALLE
EUROPA
A veces pienso que Robert Schuman y Jean Monnet al crear la CECA (Comnunidad Europea del Carbón y el Acero) el año 1957 con el Tratado de Roma , fué en una noche de insominio en la que, ambos, tuvieron una visión. No se lo pensaron dos veces y pusieron el camino que, en su visión, les llevaría a fundar una Europa común a todas las naciones que la componían.
Su visión se plasmó el 1 de noviembre de 1993 a través del Tratado de la Unión Europea (TEU), y con la entrada en vigor del Tratado de Lisboa del 1 de diciembre de 2009, la Unión Europea (UE) asumió de facto su personalidad jurídica como sujeto de Derecho Internacional.
No obstante, el camino ha estado lleno de dificultades y contradicciones. La más importante de éstas, es que si bien el obetivo de "los padres fundadores" era llegar a una UE politica a través de una unidad económica, hoy en día se ha erivado en una UE económica a través de una unidad política.
¿Cúales han sido las consecuencias de esa contradicción? Nada más y nada menos que el liberalismo económico ha sacudido los cimientos de la política, relegándola a ésta a algo puramente testimonial. Ese camino que aquellos "padres fundadores" emprendieron su recorrido, se ha convertido en un páramo, en el que los ciudadanos europeos se han perdido. Un páramo en el que ni saben dónde están ni cómo salir de él. No encuentran su camino y piden desesperadamente ayuda.
¿Quiénes son esos ciudadanos que tan angustiosamente piden ayuda? Son las personas que están excluidas de las llamadas "sociedades del bienestar" y, muy en particular, los ancianos que viven y mueren porque ya no interesan a nadie. Los inmigrantes que sueñan con encontrar un continente acogedor, que demuestre con hechos su tradición de acogida, y en el que, a menudo, encuentran sólo explotación y marginación. Los jóvenes que tienen un sexto sentido para descubrir lo que es valioso y que desarían una propuesta de vida enérgica, actual y real. Y tantos y tantos otros.
Hagamos que esta EUROPA no sea la de los traficantes de ilusiones y corruptelas, ni de los depradadores económicos, sino de personas que desean que nuestra EUROPA sea un contiente de paz, trabajo y alegria para los que en él vivimos.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
domingo, 25 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
SAN FELIPE DE NERI
San Felipe nació en Florencia, Italia, en 1515. Su padre se llamaba Francisco Neri. Desde pequeño demostraba tal alegría y tan grande bondad, que la gente lo llamaba "Felipín el bueno". En su juventud dejó fama de amabilidad y alegría entre sus compañeros y amigos.
Habiendo quedado huérfano de madre, lo envió su padre a casa de un tío muy rico, el cual planeaba dejarlo heredero de todos sus bienes. Pero allá Felipe se dio cuenta de que las riquezas le podían impedir el dedicarse a Dios, y un día tuvo lo que él llamó su primera "conversión". Y consistió en que se alejó de la casa del riquísimo tío y se fue para Roma llevando únicamente la ropa que llevaba puesta. En adelante quería confiar solamente en Dios y no en riquezas o familiares pudientes.
Al llegar a Roma se hospedó en casa de un paisano suyo de Florencia, el cual le cedió una piecita debajo de una escalera y se comprometió a ofrecerle una comida al día si él les daba clases a sus hijos. La habitación de Felipe no tenía sino la cama y una sencilla mesa. Su alimentación consistía en una sola comida al día: un pan, un vaso de agua y unas aceitunas. El propietario de la casa, declaraba que desde que Felipe les daba clases a sus hijos, estos se comportaban como ángeles
Los dos primeros años Felipe se ocupaba casi únicamente en leer, rezar, hacer penitencia y meditar. Por otros tres años estuvo haciendo estudios de filosofía y de teología.
Pero luego por inspiración de Dios se dedicó por completo a enseñar catecismo a las gentes pobres. Roma estaba en un estado de ignorancia religiosa espantable y la corrupción de costumbres era impresionante. Por 40 años Felipe será el mejor catequista de Roma y logrará transformar la ciudad.
Felipe había recibido de Dios el don de la alegría y de amabilidad. Como era tan simpático en su modo de tratar a la gente, fácilmente se hacía amigo de obreros, de empleados, de vendedores y niños de la calle y empezaba a hablarles del alma, de Dios y de la salvación. Una de sus preguntas más frecuentes era esta: "amigo ¿y cuándo vamos a empezar a volvernos mejores?". Si la persona le demostraba buena voluntad, le explicaba los modos más fáciles para llegar a ser más piadosos y para comenzar a portarse como Dios quiere.
A aquellas personas que le demostraban mayores deseos de progresar en santidad, las llevaba de vez en cuando a atender enfermos en hospitales de caridad, que en ese tiempo eran pobrísimos y muy abandonados y necesitados de todo.
Otra de sus prácticas era llevar a las personas que deseaban empezar una vida nueva, a visitar en devota procesión los siete templos principales de Roma y en cada uno dedicarse un buen rato a orar y meditar. Y así con la caridad para los pobres y con la oración lograba transformar a muchísima gente.
Desde la mañana hasta el anochecer estaba enseñando catecismo a los niños, visitando y atendiendo enfermos en los hospitales, y llevando grupos de gentes a las iglesias a rezar y meditar. Pero al anochecer se retiraba a algún sitio solitario a orar y a meditar en lo que Dios ha hecho por nosotros. Muchas veces pasó la noche entera rezando. Le encantaba irse a rezar en las puertas de los templos o en las catacumbas o grandes cuevas subterráneas de Roma donde están encerrados los antiguos mártires.
Lo que más pedía Felipe al cielo era que se le concediera un gran amor hacia Dios. Y la vigilia de la fiesta de Pentecostés, estando aquella noche rezando con gran fe, pidiendo a Dios el poder amarlo con todo su corazón, éste se creció y se le saltaron dos costillas. Felipe entusiasmado y casi muerto de la emoción exclamaba: "¡Basta Señor, basta! ¡Que me vas a matar de tanta alegría!". En adelante nuestro santo experimentaba tan grandes accesos de amor a Dios que todo su cuerpo de estremecía, y en pleno invierno tenía que abrir su camisa y descubrirse el pecho para mitigar un poco el fuego de amor que sentía hacia Nuestro Señor. Cuando lo fueron a enterrar notaron que tenía dos costillas saltadas y que estas se habían arqueado para darle puesto a su corazón que se había ensanchado notablemente.
En 1458 fundó con los más fervorosos de sus seguidores una cofradía o hermandad para socorrer a los pobres y para dedicarse a orar y meditar. Con ellos fundó un gran hospital llamado "De la Santísima Trinidad y los peregrinos", y allá durante el Año del Jubileo en 1757, atendieron a 145,000 peregrinos. Con las gentes que lo seguían fue propagando por toda Roma la costumbre de las "40 horas", que consistía en colocar en el altar principal de cada templo la Santa Hostia, bien visible, y dedicarse durante 40 horas a adorar a Cristo Sacramentado, turnándose las personas devotas en esta adoración.
A los 34 años todavía era un simple seglar. Pero a su confesor le pareció que haría inmenso bien si se ordenaba de sacerdote y como había hecho ya los estudios necesarios, aunque él se sentía totalmente indigno, fue ordenado de sacerdote, en el año 1551.
Y apareció entonces en Felipe otro carisma o regalo generoso de Dios: su gran don de saber confesar muy bien. Ahora pasaba horas y horas en el confesionario y sus penitentes de todas las clases sociales cambiaban como por milagro. Leía en las conciencias los pecados más ocultos y obtenía impresionantes conversiones. Con grupos de personas que se habían confesado con él, se iba a las iglesias en procesión a orar, como penitencia por los pecados y a escuchar predicaciones. Así la conversión era más completa.
San Felipe quería irse de misionero al Asia pero su director espiritual le dijo que debía dedicarse a misionar en Roma. Entonces se reunió con un grupo de sacerdotes y formó una asociación llamada el "Oratorio", porque hacían sonar una campana para llamar a las gentes a que llegaran a orar. El santo les redactó a sus sacerdotes un sencillo reglamento y así nació la comunidad religiosa llamada de Padres Oratorianos o Filipenses. Esta congregación fue aprobada por el Papa en 1575 y ayudada por San Carlos Borromeo.
San Felipe tuvo siempre en don de la alegría. Donde quiera que él llegaba se formaba un ambiente de fiesta y buen humor. Y a veces para ocultar los dones y cualidades sobrenaturales que había recibido del cielo, se hacía el medio payaso y hasta exageraba un poco sus chistes y chanzas. Las gentes se reían de buena gana y aunque a algunos muy seriotes les parecía que él debería ser un poco más serio, el santo lograba así que no lo tuvieran en fama de ser gran santo (aunque sí lo era de verdad).
En su casa de Roma reunía centenares de niños desamparados para educarlos y volverlos buenos cristianos. Estos muchachos hacían un ruido ensordecedor, y algunos educadores los regañaban fuertemente. Pero San Felipe les decía: "Haced todo el ruido que queráis, que a mí lo único que me interesa es que no ofendáis a Nuestro Señor. Lo importante es que no pequéis. Lo demás no me disgusta". Esta frase la repetirá después un gran imitador suyo, San Juan Bosco.
Una vez tuvo un ataque fortísimo de vesícula. El médico vino a hacerle un tratamiento, pero de pronto el santo exclamó: "Por favor háganse a un lado que ha venido Nuestra Señora la Virgen María a curarme". Y quedó sanado inmediatamente. A varios enfermos los curó al imponerles las manos. A muchos les anunció lo que les iba a suceder en el futuro. En la oración le venían los éxtasis y se quedaba sin darse cuenta de lo que sucedía a su alrededor. Muchas personas vieron que su rostro se llenaba de luces y resplandores mientras rezaba o mientras celebraba la Santa Misa. Y a pesar de todo esto se mantenía inmensamente humilde y se consideraba el último de todos y el más indigno pecador.
Los últimos años los dedicó a dar dirección espiritual. El Espíritu Santo le concedió el don de saber aconsejar muy bien, y aunque estaba muy débil de salud y no podía salir de su cuarto, por allí pasaban todos los días numerosas personas. Los Cardenales de Roma, obispos, sacerdotes, monjas, obreros, estudiantes, ricos y pobres, jóvenes y viejos, todos querían pedirle un sabio consejo y volvían a sus casas llenos de paz y de deseos de ser mejores. Decían que toda Roma pasaba por su habitación.
Empezó a sentir tales fervores y tan grandes éxtasis en la Santa Misa, después de la consagración, que el que le acolitaba, se iba después de la elevación y volvía dos horas después y alcanzaba a llegar para el final de la misa.
El 25 de mayo de 1595 su médico lo vio tan extraordinariamente contento que le dijo: "Padre, jamás lo había encontrado tan alegre", y él le respondió: "Me alegré cuando me dijeron: vayamos a la casa del Señor". A la media noche le dio un ataque y levantando la mano para bendecir a sus sacerdotes que lo rodeaban, expiró dulcemente. Tenía 80 años.
El Papa lo declaró santo en el año 1622 y las gentes de Roma lo consideraron como a su mejor catequista y director espiritual.
sábado, 24 de mayo de 2014
PASTORAL:SANTO DEL DIA
MARIA MAGDALENA DE PIZZI
Nació en Florencia, Italia, en el año 1556. Perteneció a la familia de los Pazzi, familia que dio a la nación famosos políticos y militares y a la Iglesia Católica una de sus más grandes santas.
Mostró desde muy niña inclinación por la vida religiosa por lo que ingresó al convento de las Carmelitas. Hizo sus tres votos o juramentos de pobreza, castidad y obediencia antes que las demás novicias, porque le llegó una grave enfermedad que la llevó casi a la muerte.
Cuando la transportaban a la enfermería después de hacer sus tres votos, Magdalena tuvo su primer éxtasis que le duró más de una hora. Su rostro apareció ardiente, y deshecha en lágrimas sollozaba y repetía: "Oh amor de Dios que no eres conocido ni amado: ¡cuán ofendido estás!". En los siguientes cuarenta días tuvo inmensas consolaciones espirituales y recibió gracias extraordinarias.
Desde entonces fue creciendo sin cesar su deseo de sufrir por Cristo y por la conversión de los pecadores. A una religiosa que le preguntaba cómo podía soportar sus dolores sin proferir ni una sola palabra de impaciencia, le respondió: "Pensando y meditando en los sufrimientos que Jesucristo padeció en su santísima Pasión y muerte. Quien mira las heridas de Jesús crucificado y medita en sus dolores, adquiere un gran valor para sufrir sin impacientarse y todo por amor a Dios".
En medio de su éxtasis, abrazando su crucifijo, con rostro brillante exclamaba: "Oh Jesús mío, concédeme palabras eficaces para convencer al mundo de que tu amor es grande y verdadero y que nuestro egoísmo es engañoso y tramposo".
Le aparecieron en las manos y en los pies, los estigmas o heridas de Cristo Crucificado. Le producían dolores muy intensos, pero ella se entusiasmaba al poder sufrir más y más por hacer que Cristo fuera más amado y más obedecido y por obtener que más almas se salvarán.
Tres religiosas, encargadas por el director espiritual, escribían lo que la santa iba diciendo, especialmente durante sus éxtasis. Estas revelaciones se publicaron en un libro titulado "Contemplaciones", el cual llegó a ser un verdadero tratado de teología mística.
Además de los dolores físicos le llegó lo que los santos llaman "La noche oscura del alma". Una cantidad impresionante de tentaciones impuras, sentimientos de tristeza y desgano espiritual, falta de confianza y de alegría. Sufría de violentos dolores de cabeza y se paralizaba frecuentemente. La piel se le volvía tan sensible que el más leve contacto le producía una verdadera tortura.
El 25 de mayo del año 1607, al morir quedó bella y sonrosada. Tenía apenas 41 años. Su cuerpo se conserva todavía incorrupto en el convento carmelita de Florencia donde vivió.
viernes, 23 de mayo de 2014
DESDE MI CALLE
JORNADA DE REFLEXION
Este domingo día 25 de Mayo del 2014, se convoca a la ciudadanía española a unas elecciones de las que saldrá el Parlamento Europeo.
Anteriormente y durante 15 días, las diversas formaciones políticas que se presentan a esas elecciones, han he hecho lo que se denomina "campaña elctoral". Han sido días de debates, enfrentamientos verbales, explicaciones, pocas, de sus programas. Ha habido oradores que con sus palabras han pretendido acercarse a la gente. Días de diálogo, encauzando éste a los suyos, a los que consideran afines a sus políticas. Sus discursos han sido, en su mayoría, llenos de ésa energía que les da el saber que hablaban para aquellos que deseaban escuchar palabras optimistas, incluso que aplaudían cuaando, innecesariamente atacaban verbalmente a sus oponentes, como una reivindicación de su personalidad diferenciada de la de ellos.
Por fin llega el sábado, día llamado de "reflexión". Hacen mentalmente un balance de su "campaña". Agunos contentos con ella. Otros en cambio, no tanto. Todos piensan que lo podrían haber hecho algo (o mucho) mejor. En su interior, consideran que los compromiso que tenían al comenzar la misma, no lo han realizado del todo. No han podido contentaar, como ése era su deseo, a todos.
Todas las formaciones políticas que se han presentado, y por supuesto sus candidatos y los incluidos en sus listas, se han creido estar en posesión de la verdad. A menudo han hecho todo lo permitido, y en algunas ocasiones, hasta lo indigno por sacar adelante como creibles sus programas.
También nosotros, los ciudadanos de a pie ¿no hemos puesto nombre a esa tensión, latente en esos discursos, hablando de formaciones conservadoras y progresistas? El paso del tiempo nos ha ayudado, no sin una pizca de humor, a caer en la cuenta de lo ridículas y falsas que resultan muchas posturas, cuando de absolutizan y no entran en la estética de un diálogo constructivo.
Me parece que apenas han entrado durante ésa campaña en cómo se debería encontrar una "guión básico" para saber cómo afrontar las dificultades que actualmente asolan a todas las comunidades de esa Europa que surgirá a paartir de este Domingo 25 de Mayo del 2014.
DESDE MI CALLE que sigue siendo la calle de todos.
PASTORAL: SANTO DEL DIA
Juan de Prado, Beato Sacerdote y Mártir, Mayo 24
Sacerdote franciscano español, misionero y mártir en Marruecos.
Nació el Beato Juan de Prado en Morgovejo, en el reino de León, de una familia ilustre en toda España.
A los cinco años quedó huérfano, por lo que un sacerdote, movido a piedad, le envió a Salamanca para su educación; pero desaparecidos sus bienes por culpa de su tutor, bien pronto empezó a sentir gran fastidio por el mundo; y a los veinticuatro años abrazó el estado religioso tomando el hábito franciscano en la Provincia de San Gabriel.
Desde el primer momento se distinguió por su gran amor a la perfección, y, estudiada la teología, fue destinado a predicar y confesar, ministerios para los cuales estaba favorecido del cielo con dotes singulares. Estas ocupaciones no le impedían la presencia continua de Dios y el ejercicio de la santa oración, en la que concibió deseos de pasar a tierra de infieles para ejercer allí su apostolado, aunque todavía no era el momento oportuno. Mientras llegaba éste, se dio a la austera mortificación de su carne, ayunando todo el año, durmiendo en el suelo y macerándose con cilicios y disciplinas. A la mortificación exterior unía la del espíritu, obedeciendo a todos, hasta a los novicios, haciendo los oficios más humildes aun siendo Guardián de Badajoz y de Sevilla.
A pesar de ser angelical, le levantaron una grave calumnia contra la pureza, que soportó en silencio sin defenderse, manifestando que sólo sentía el escándalo y el desdoro de la Orden. Bien pronto resplandeció su inocencia, y dadas todas las satisfacciones imaginables, fue nombrado Provincial en atención a su prudencia, a su severidad consigo mismo y su celo por la observancia.
Pudo conseguir, no sin graves dificultades, el permiso para trasladarse a Marruecos, para lo que obtuvo licencia de Urbano VIII, y en Mazagán se dedicó con gran celo a la evangelización de los soldados y demás fieles, que estaban muy abandonados en sus deberes religiosos.
Quiso salir de Mazagán para la capital, adonde iba destinado, pero se lo impidieron repetidas veces con pretextos de prudencia hasta que acompañado de otro fraile, el P. Matías, logró sus anhelos. Al llegar a las cercanías de Marrakech y ver a los esclavos cristianos, abrazóse a ellos, los consoló y les prometió dedicarse por completo a la atención de sus almas. Bien pronto tuvo noticia el Sultán de la llegada de los dos religiosos, y los hizo comparecer en su presencia. Al conocer el objeto de su venida, los encerró en un calabozo, cargados de cadenas. Venía con ellos un fraile hermano lego, a quien, como al P. Matías, había profetizado el beato Juan la próxima libertad después de morir él.
Los obligaron a moler diariamente muchos kilos de sal para fabricar pólvora, y cuando no terminaban la cantidad de labor señalada, les castigaban con palos. Sus cadenas no les impedían decir misa cotidianamente, enseñar y alentar a los cautivos y trabajar en la conversión de los paganos. Cuantas veces fue llamado a la presencia del rey, otras tantas dio respuestas dignas de los primeros mártires del cristianismo, tan claras y enérgicas, con tales razones, que parecían convencer o al menos confundir al rey.
Un día, por fin irritado del valor intrépido del santo, lo mandó azotar atado a una columna, y como no cesase de predicar la fe cristiana, el mismo rey le dio un fuerte golpe en la cabeza con su cimitarra. Después lo asaetearon y, como aun tuviera vida, después de darle muchas puñaladas, lo echaron en una hoguera para quemarlo vivo. Allí lo remataron a pedradas, rompiéndole el cráneo de un cruel hachazo.
Sus venerandos restos fueron traídos a España por sus compañeros, y recibidos con gran honor en Sanlúcar de Barrameda por el duque de Medina Sidonia, siendo trasladados años después a Santiago de Galicia.
Sufrió el martirio el 24 de mayo del año 1631, a los sesenta y ocho años de edad.
Glorioso por los milagros que obraron sus sagradas reliquias, lo beatificó Su Santidad Benedicto XIII, siendo venerado como patrón y protector de las misiones franciscanas de Marruecos.
jueves, 22 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
Desiderio de Langres, Santo
Obispo y Mártir, 23 de mayo
Su existencia en el siglo IV está garantizada por San Atanasio, que lo menciona como participante y subscritor del Concilio de Sárdica del año 343; su nombre aparece también en las actas del pseudo-concilio de Colonia del 346. San Desiderio ocupa el tercer lugar en la lista de obispos de Langres (Francia), aunque parece que era procedente de las inmediaciones de Génova, y designado a la sede de Langres de alguna manera milagrosa.
Un clérigo de dicha ciudad, de nombre Varnacario escribió, al inicio del siglo VII, un relato del martirio de San Desiderio, lo hizo basándose en tradiciones locales. Según Varnacario, el obispo Desiderio habría sido decapitado durante una invasión de los vándalos guiados por Croco; es posible que haya aquí una cierta confusión en las tradiciones locales, porque Langres tuvo diversas invasiones bárbaras, y la de los Alemanes comandados por el auténtico Croco (298-307) no coinciden con las fechas de permanencia de Desiderio como obispo de Langres; probablemente la mencionada invasión sea la de los Germanos entre los años 355 - 57, misma que fue repelida por el emperador Juliano el Apóstata.
Una leyenda dice que el santo obispo, después de su decapitación, como tantos otros “cefalóforos” (que cargan sus cabezas), recogió su cabeza y volvió a entrar en la ciudad a través de una apertura de la roca que se abrió para dejarlo pasar; esa abertura sigue siendo exhibida hoy.
El culto de san Desiderio de Langres es indisputablemente anterior al siglo VII, y el Martirologio Jeronimiano lo menciona el 11 de febrero; pero en el siglo XI, por error de un copista, error que luego fue copiado por otros, fue confundido con San Desiderio de Vienne. En la actualidad al Santo Obispo de Vienne se lo recuerda el 26 de mayo, y al de Lagres el 23 del mismo mes.
La ciudad de Langres lo recuerda el 19 de enero, aniversario de la traslación de las reliquias, acaecida en el año 1315. Su culto se difundió no sólo en Francia, sino también en Italia, Suiza y Alemania; es el patrono de la ciudad de Langres, y muchas iglesias de las diócesis están dedicadas a él; su tumba estaba al cuidado de un priorato benedictino en el centro de la ciudad. En 1354 se fundó en su honor una célebre confraternidad de la que formaron parte reyes y príncipes.
A San Desiderio se lo tiene como intercesor en los partos difíciles y como testigo de la verdad de un juramento.
miércoles, 21 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
Viuda, Religiosa,
y Abogada de Imposibles
Rita nació en 1381 en Roccaporena, un pueblito perdido en las montañas apeninas. Sus ancianos padres la educaron en el temor de Dios, y ella respetó a tal punto la autoridad paterna que abandonó el propósito de entrar al convento y aceptó unirse en matrimonio con Pablo de Ferdinando, un joven violento y revoltoso. Las biografías de la santa nos pintan un cuadro familiar muy común: una mujer dulce, obediente, atenta a no chocar con la susceptibilidad del marido, cuyas maldades ella conoce, y sufre y reza en silencio.
Su bondad logró finalmente cambiar el corazón de Pablo, que cambió de vida y de costumbres, pero sin lograr hacer olvidar los antiguos rencores de los enemigos que se había buscado. Una noche fue encontrado muerto a la vera del camino. Los dos hijos, ya grandecitos, juraron vengar a su padre. Cuando Rita se dio cuenta de la inutilidad de sus esfuerzos para convencerlos de que desistieran de sus propósitos, tuvo la valentía de pedirle a Dios que se los llevara antes que mancharan sus vidas con un homicidio. Su oración, humanamente incomprensible, fue escuchada. Ya sin esposo y sin hijos, Rita fue a pedir su entrada en el convento de las agustinas de Casia. Pero su petición fue rechazada.
Regresó a su hogar desierto y rezó intensamente a sus tres santos protectores, san Juan Bautista, san Agustín y san Nicolás de Tolentino, y una noche sucedió el prodigio. Se le aparecieron los tres santos, le dijeron que los siguiera, llegaron al convento, abrieron las puertas y la llevaron a la mitad del coro, en donde las religiosas estaban rezando las oraciones de la mañana. Así Rita pudo vestir el hábito de las agustinas, realizando el antiguo deseo de entrega total a Dios. Se dedicó a la penitencia, a la oración y al amor de Cristo crucificado, que la asoció aun visiblemente a su pasión, clavándole en la frente una espina.
Este estigma milagroso, recibido durante un éxtasis, marcó el rostro con una dolorosísima llaga purulenta hasta su muerte, esto es, durante catorce años. La fama de su santidad pasó los limites de Casia. Las oraciones de Rita obtuvieron prodigiosas curaciones y conversiones. Para ella no pidió sino cargar sobre sí los dolores del prójimo. Murió en el monasterio de Casia en 1457 y fue canonizada en el año 1900.
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Rita de Casia, Santa |
DESDE MI CALLE
PAZ, RELIGION Y TOLERANCIA
¿Cuántas veces la religión ha sido causa de odio y de enfrentamiento entre los seres humanos? Las terribles experiencias negativas del pasado (y en algunas partes, del presente) y un progresivo descubrimiento de “lo humano” como criterio de convivencia nos han ido haciendo cada vez más conscientes del valor de la tolerancia.
¿Qué significa, propiamente, la palabra “tolerancia”? El diccionario la define así: “Respeto o consideración hacia las opiniones y prácticas de los demás, aunque sean diferentes a las nuestras”. Es probable que a más de uno esta definición se le antoje demasiado pobre, pero, ofrece lo esencial. Tolerancia significa, pues, respeto hacia lo diferente.
¿Es este el grado máximo al que puede aspirar una sociedad? Por desgracia, en muchos casos de violencia crónica o de exclusiones, sí. Sin embargo, la tolerancia no es un fin sino un presupuesto indispensable para llegar más lejos, para abrirnos a un diálogo en el que podamos acoger la verdad desde nuestras diferentes perspectivas y, a partir de esa verdad, seamos más libres, más humanos.
A veces, la tolerancia actual de nuestras sociedades, la defensa a ultranza del “todo vale”, no es fruto del respeto al otro (y, por lo tanto, del amor) sino sólo del miedo a entrar en nuestro fondo oscuro y del deseo de que, dejando a los demás en su situación, nos dejen a nosotros en la nuestra.
Quizá nunca como en los últimos años ha sido tan intenso, tan global, el deseo de paz en nuestro mundo. Existen instituciones de todo tipo dedicadas a trabajar por la paz. ¿Por qué es tan intenso este anhelo? ¿Por qué se ha producido esta enorme ola mundial? ¿A qué responde? ¿Cómo se entiende la paz? Es tan enorme el caudal de propuestas que no sabría encontrar respuestas acertadas a estas preguntas.
Hoy nos sentimos protagonistas de la lucha por la paz. Multiplicamos las manifestaciones, enarbolamos pancartas, inundamos internet de “sitios pacifistas” ... Todo esto es síntoma de un anhelo profundo, humano, pero ¿es éste el camino hacia la paz? Al mismo tiempo que luchamos por conseguirla, ¿nos esforzamos por acogerla? A menudo, nuestro concepto de paz equivale a ausencia de conflictos, a tranquilidad. Esta paz de “fin de semana tumbados en la arena” no es la que deberíamos buscar. La verdadera PAZ tiene que ser una realidad que va más allá de la ausencia de guerra: implica una forma de entender la vida como servicio, como ayuda a los necesitados. Una PAZ como auténtica relación con los demás.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
martes, 20 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
JUAN MOPINOT (HNO. LEON)
El Hermano León, era también de la comunidad de Moulins y acompañó en la prisión al Hermano Roger, su Director.
Juan Mopinot, como se llamaba civilmente, había nacido en Reims, en la parroquia de Santiago, de tantos recuerdos en los orígenes del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, el 12 de diciembre de 1724. Fue bautizado por el Padre Huberto Vuyart, sacerdote de la parroquia.
Estudió con los Hermanos en la escuela de Thillois.
Ingresó en el noviciado de San Yon el 14 de enero de 1744, con 19 años.
Con el Hábito recibió el nombre de Hno. León.
El 1º de noviembre de 1749 emitió los votos perpetuos.
De su estancia en Moulins hay un testimonio que dice: «Casi todas las personas distinguidas de la ciudad habían recibido la primera instrucción con el Hno. León».
Fue también detenido, como el Hno. Roger, el 11 de junio de 1793.
En el acta de confiscación de la escuela, en 1792, se dice que en el cuarto del Hno. León había: «un somier, un jergón, un colchón, una manta, un armario pequeño con dos puertas y un cajón abajo, y una candela de cobre».
El Hno. León tenía 68 años cuando fue encarcelado. Como otros presos, había esperado que a causa de la edad avanzada no sería deportado. Pero las autoridades no tuvieron ninguna conmiseración.
En la «Positio», citando al abate Labiche, se dice:
«Figura en la lista de los que iban a ser deportados el 31 de marzo de 1794. Luego lo encontramos en Rochefort. Embarcado en "Les Deux-Associés ", su estancia fue corta en el navio, pues murió el 21 de mayo. Lo enterraron en la isla de Aix».
Y el abate Labiche añade:
«No puedo elogiar mejor al Hno. León que diciendo que era un santo. Tenía entre todos nosotros esa fama, y la merecía. La muerte, por lo demás, no hizo sino confirmar esta opinión favorable. Este santo hombre había conservado, en una edad muy avanzada, la jovialidad de la la juventud».
En medio de sus sufrimientos, el Hno. León había mantenido constantemente una serenidad sobrenatural y un deseo vehemente de ver a Dios.
DESDE MI CALLE
ATMOSFERA APESADUMBRADA
La nostalgia puede convertirse en una mala consejera, que genera turbación, desconfianza y miedo al incierto futuro. Las cosas no son como eran, ¿cómo serán, entonces, en el futuro?
Atenazados por el miedo, respondemos que no vemos el sentido y la meta, que no sabemos qué hacer, ni para dónde tirar. Afloran entonces las tentaciones de buscar falsas seguridades: la seguridad económica, la seguridad del éxito social que podemos intentar comprar, la seguridad que proporciona vivir encerrados en nosotros mismos, evitando el riesgo de la confrontación con el mundo, a veces hostil, que sin embargo, se empeñan en enviarnos. “No sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino?” Nos debería hacer reflexionar, porque esa objeción nos refleja muy bien a todos de un modo u otro. Nos cuesta mucho entender el camino, la lógica de las acciones, el verdadero sentido de la vida y de la muerte. Y, aunque “en general” lo tengamos claro cuando se trata de ir nosotros por ese camino, nuestra comprensión se oscurece y asoma el desconcierto. Eso puede ser así en ciertos momentos de nuestra experiencia personal, en la que nos seguimos rigiendo tantas veces por la lógica del éxito mundano y no por la extraña lógica que significa no doblegarse de ningún modo ante las fuerzas del mal, ni siguiera para lograr algo pretendidamente bueno. Pero puede reflejar también la experiencia, especialmente en momentos de crisis, como el que, al parecer, vivimos ahora, especialmente en el mundo occidental: podemos tener la sensación de encontrarnos en un callejón sin salida.
Especialmente cuando cunde el desconcierto y la inseguridad, el deseo de “ver” directamente se intensifica hasta la angustia. Pero la respuesta es una llamada a la confianza. Hay realidades que no podemos ver, así, sin más, directamente. Si alguien le dice a su amigo que quiere “ver” su amistad, o a la persona amada que quiere “ver” su amor, o el que padece injusticia exige “ver” la justicia en sí… ¿qué se les puede responder? Las realidades más importantes y esenciales de nuestra vida no son directamente visibles, porque no son cosas, objetos a la mano de los que podemos disponer. La amistad, la justicia y el amor se pueden expresar en signos que los hacen patentes; pero para “ver” en esos signos la presencia de esas realidades hace falta también, por parte de quien mira, determinadas disposiciones: apertura, acogida, confianza.
En síntesis, en estos tiempos de desconcierto e incerteza, debemos llamar a la confianza, a la apertura y, también, a la actitud activa que, dejando a un lado todo temor y nostalgia de tiempos pasados, debemos ponernos a la tarea de discernir el modo de responder a los problemas reales de nuestro tiempo para seguir construyendo un mundo en el que los hombres y mujeres de hoy puedan encontrar su lugar.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
lunes, 19 de mayo de 2014
PASTORAL: SANTO DEL DIA
San Bernardino de Siena, Predicador
(Año 1444)
San Bernardino de Siena:
Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima,
que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú.
Ay de mí si no propago el evangelio.
Suplícale al buen Dios y pídele a la Virgen Santísima,
que nos envíe muchos y muy buenos predicadores, como tú.
Ay de mí si no propago el evangelio.
San
Bernardino fue el más famoso predicador del 1400 y sus sermones sirvieron de modelos de
predicación para muchos oradores en los siglos siguientes.
Nació cerca de Siena en Italia en el año 1380. Su padre era
gobernador. El niño quedó huérfano de padre y madre a los siete años. Dos tías se
encargaron de su educación y lograron formarlo lo mejor posible en ciencias religiosas y
darle una educación muy completa. Sus estudios de bachillerato los hizo con tal
dedicación que obtuvo las mejores notas.Era muy simpático en el trato y las gentes gozaban en su compañía. Pero cuando oía a alguien que empleaba un vocabulario grosero y atrevido le corregía con toda valentía, para que abandonara esa mala costumbre.
Era muy bien parecido y un día un compañero lo incitó a cometer una acción impura. Bernardino le respondió dándole una sonora bofetada. Otro día un estudiante invitó a los compañeros del curso a cometer impurezas y Bernardino los animó a todos contra el impuro y le lanzaron barro y basura por la cara hasta hacerlo salir huyendo. Pero en el resto de su vida Bernardino fue siempre un modelo de amabilidad y bondad.
De joven se afilió a una asociación piadosa llamada "Devotos de Nuestra Señora" que se dedicaba a hacer obras de caridad con los más necesitados. Y sucedió que en el año 1400 estalló en Siena la epidemia de tifo negro. Cada día morían centenares de personas y ya nadie se atrevía a atender los enfermos ni a sepultar a los muertos, por temor a contagiarse. Entonces Bernardino y sus compañeros de la asociación se dedicaron a atender a los apestados. Trabajaban de día y de noche. Bernardino preparaba muy bien a los que ya se iban a morir, para que murieran en paz con Dios y bien arrepentidos de sus pecados. Y como por milagro, este grupo de jóvenes se libró del contagio de la peste del tifo. Pero cuando pasó la enfermedad, Bernardino estaba tan débil y sin alientos, que estuvo por varios meses postrado en cama, con alta fiebre. Esto le disminuyó mucho las fuerzas de su cuerpo, pero le sirvió enormemente para aumentar la santidad de su alma.
Cuando ya recobró otra vez su salud, de vez en cuando se alejaba de casa y a quienes le preguntaba a dónde se dirigía les respondía: "Voy a visitar a una personita de la cual estoy enamorado". La gente creía que era que se iba a casar, pero un día sus tías le siguieron los pasos y se dieron cuenta de que se iba a una ermita donde había una estatua de la Virgen Santísima y allí le rezaba con gran fervor.
En el año 1402 entró de religioso franciscano. Lo recibieron en un convento cercano a su familia, pero como allí iban muchos amigos a visitarlo pidió que lo enviaran a otro más alejado y donde la disciplina era muy rígida, y así en el silencio, la oración y la mortificación se fue santificando.
Nuestro santo nació el día de la fiesta del nacimiento de la Santísima Virgen, el 8 de septiembre. Y en esa misma fecha recibió el bautismo. Y también un 8 de septiembre recibió el hábito de franciscano y en ese gran día de la Natividad de Nuestra Señora recibió la ordenación sacerdotal (en 1404). Fue pues siempre para él muy grata y muy significativa esta santa fecha.
Los primeros 12 años de sacerdocio los pasó Bernardino casi sin ser conocido de nadie. Vivía retirado, dedicado al estudio y la oración. Dios lo estaba preparando para su futura misión.
Ni la voz ni las cualidades oratorias le ayudaban a Bernardino para tener éxito en la predicación. Entonces se dedicó a pedir a Nuestro Señor y a la Sma. Virgen que lo capacitaran para dedicarse a evangelizar con éxito y de pronto Dios le envió a predicar. Y esto sucedió de un modo bien singular. Durante tres días seguidos, estando rezando todos los religiosos por la mañana, de pronto un joven novicio, sin poder contenerse, interrumpió la oración y le dijo: "Hermano Bernardino: no ocultes más las cualidades que Dios te ha dado. Vete a Milán a predicar". Iguales palabras le fueron dichas cada uno de los tres días. Todos consideraron que esto era una manifestación de la voluntad de Dios y le aconsejaron que se fuera a la gran ciudad a predicar la Cuaresma. Y los éxitos fueron impresionantes. Las multitudes empezaron a asistir en inmensas cantidades a sus sermones. Al principio le costaba mucho hacerse oír a lo lejos pero le pidió con toda fe a la Virgen Santísima y Ella le concedió una voz potente y muy sonora (en vez de la voz débil y desagradable que antes tenía).
Y desde 1418 hasta su muerte, por 26 años Bernardino recorre pueblos, ciudades y campos predicando de una manera que antes la gente no había escuchado. Se levantaba a las 4 de la mañana y durante horas y horas preparaba sus sermones. Y el efecto de cada predicación era un entusiasmarse todos por Jesucristo y una gran conversión de pecadores. Muchísimos terminaban llorando de arrepentimiento al escuchar sus palabras. Cuando su voz potentísima gritaba en medio de la silenciosa multitud: "Temblad tierra entera, al ver que la criatura se ha atrevido a ofender a su Creador", a las gentes les parecía que el piso se movía debajo de sus pies y empezaban a llorar con gran arrepentimiento. Casi siempre tenía que predicar en las plazas y campos porque en los templos no cabía la gente que deseaba escucharle.
Recorrió todo su país (Italia) a pie, predicando. Cada día predicaba bastantes horas y varios sermones. A todos y siempre les recomendaba que se arrepintieran de sus pecados y que hicieran penitencia por su vida mala pasada. Atacaba sin compasión los vicios y las malas costumbres e invitaba con gran vehemencia a tener un intenso amor a Jesucristo y la Virgen María.
Por todas partes llevaba y repartía un estandarte con estas tres letras: JHS (Jesús, Hombre, Salvador) e invitaba a sus oyentes a sentir un gran cariño por el nombre de Jesús. Donde quiera que San Bernardino predicaba, quedaban muchos estandartes en palacios y casas con sus tres letras: JHS.
En Polonia predicó contra los juegos de azar y las gentes quemaron todos los juegos de azar que tenían. Un fabricante de naipes se quejó con el santo diciéndole que lo había dejado en la ruina, y él aconsejó: "Ahora dedíquese a imprimir estampas de Jesús". Así lo hizo y consiguió más dinero que el que había logrado conseguir imprimiendo cartas de naipe.
Los envidiosos lo acusaron ante el Papa diciendo que Bernardino recomendaba supersticiones. El Papa le prohibió predicar, pero luego lo invitó a Roma y lo examinó delante de los cardenales y quedó tan conmovido el Sumo Pontífice al oírle sus predicaciones, que le dio orden para que pudiera predicar por todas partes.
Durante 80 días predicó en Roma e hizo allí 114 sermones con enorme éxito.
El Papa quiso nombrarlo arzobispo, pero el santo no se atrevió a aceptar. Entonces lo nombraron superior de los franciscanos, porque era el que más vocaciones había conseguido para esa comunidad.
Cuando Bernardino entró en la comunidad de franciscanos observantes, solamente había en Italia 300 de estos religiosos. Cuando él murió ya había más de 4,000.
Los grandes sacrificios que tenía que hacer para predicar tantas veces y en tan distintos sitios, y los muchos ayunos y penitencias que hacía, lo fueron debilitando notoriamente. En su rostro se notaba que era un verdadero penitente, pero esta misma apariencia de austero y mortificado, le atraía más la admiración de las gentes. El único lujo que aceptó en sus últimos años, fue el de un borriquillo, para no tener que hacer a pie todos sus largos viajes. Era tal su deseo de progresar en el arte de la elocuencia y del buen predicar, que donde quiera que sabía que había un buen predicador, se iba a escucharlo y aún ya lleno de años, se sentaba como simple discípulo para escuchar las clases de los maestros afamados que enseñaban cómo hablar bien en público.
Y acompañaba sus predicaciones con admirables milagros y prodigios.
En su ciudad natal, Siena, había muchas divisiones y peleas. Se fue allá y predicó 45 sermones que devolvieron la paz a toda esa región. Uno de los oyentes logró copiar esos sermones y se conservan como una verdadera joya de la elocuencia sagrada, donde se combinan la teología con los consejos prácticos y la agradabilidad con la profundidad. Verdaderamente Bernardino era un gran maestro de oratoria.
En 1444, mientras viajaba por los pueblos predicando, con muy poca salud pero con un inmenso entusiasmo, se sintió muy débil y al llegar al convento de los franciscanos en Aquila, murió santamente el 20 de mayo.
En su sepulcro se obraron numerosos milagros y el Papa Nicolás V ante la petición de todo el pueblo, lo declaró santo en 1450 a los 6 años de haber muerto.
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domingo, 18 de mayo de 2014
DESDE MI CALLE
MANUEL LORENZO Y LA REVOLUCION EN PORTUGAL
Las revoluciones no surgen de la nada. Son, generalmente, el resultado de la explosión ciudadana ante una decadencia civil que la ha llevado a una situación de inconformismo, ante una situación de pobreza social, ante una situación de decadencia moral de los poderosos. No son expontáneas. Nacen y se desarrollan por diversas circunstancias, políticas, sociales, incluso, a veces, religiosas.
Hoy voy a relatar unos hechos que viví en primera persona, antes de la Revolución de los Claveles en Portugal, aquél 25 de abril de 1974.
Existía en mi pueblo un Bar, se llamaba el Bar Brasil (aún existe ese bar pero no tiene nada que ver con el que cuento, aunque esté en el mismo lugar). Su dueño era Manuel Lorenzo, un portugés que había escapado de la dictadura de Oliveira Salazar en su país y que se asentó en Gernika. Primeramente puso una cantina en la estación del ferrocarril, se casó con una Gernikesa y tuvo tres hijos. Si bien ese Bar era uno normal, pequeño pero muy agradable por la simpatía de Manolo "El Portu" (sobrenombre por el que era conocido), al mismo tiempo era parada de personas que, como él, escapaban de la policía del dictador Salazar. Varias veces conocí y hablé con algunas de esas personas, casi todos jóvenes. Comentábamos, era a finales de los 60, la semejanza entre las dictaduras de Franco y Salazar. Me acuerdo, que en una de esas conversaciones, me dijeron que la oposición en España era poco beligerante. Por las noticias que tenían ellos, sólo el PCE y algunos Jóvenes Vascos eran activos en ese terreno. Que en cambio en Portugal, Mario Soares era su referencia. Había fundado en 1957 en la candestinidad el Movimiento de Unidad Democrática é intentaba reunir a todos los disidentes con la dictadura de Salazar.
Al mismo tiempo, me decían que estaban preparando un levantamiento popular, y que contaban con la ayuda de algunos Oficiales del Ejército, destinados en las colonias y que no estaban de acuerdo con el Gobierno de Salazar.
Como todos los que pasaban por el Bar Brasil, únicamente se quedaban unos días, y luego marchaban a otros lugares, principalmente a París, capital donde extaba exiliado Mario Soares.
Llegó el 25 de Abril de 1974, y no me sorprendió el éxito popular que llevó al desmoramiento de la dictadura, y posterior proclamación de elecciones, con el triunfo en ellas del Partido Socialista Portugués, fundado en Bonn en 1973 por Mario Soares.
Sí que me sorprendió, al recuerdo de las palabras sobre beligerancia de aquellos jóvenes portugueses, que la Revolución hubiese sido pacífica. Que no hubiese muertos y ni siquiera ni un sólo disparo. Lo digo, como lo pensé entonces. Fué como si una luz me hubiese dado a entender que, también las revoluciones pueden ser incruentas. Que también Dictaduras, Gobiernos déspotas y alejados de los verdaderos intereses del pueblo pueden ser derrotados sin derramamiento de sangre.
Ahora tenemos la oportunidad en la convocatoria del día 25, para con nuestro voto, cambiar el rumbo que en Europa ha llevado a la discriminación de parte de ella, por esas políticas antisociales imperantes actualmente.
DESDE MI CALLE, que sigue siendo la calle de todos.
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